LAS DUDAS DE LAS DOS ORILLAS.

lunes, 29 de septiembre de 2025

No tengo la fe que algunos me suponen. Creo en la  Providencia - ¿ cómo no hacerlo después de todo lo que he vivido? Me parece imposible no ver la mano de un Padre. Pero estoy lleno de dudas.


Me encanta esa escena de la  Última Cena en la que Jesús les dice a los apóstoles que uno de ellos le va a  traicionar. Y todos van preguntando eso de "¿seré yo, maestro?". Me parece alucinante esa duda. Que entiendo perfectamente. Porque  a mi me ha sucedido en otros asuntos, en otras situaciones. Sí, yo también me he preguntado si "sería yo". 


Dudar de uno mismo.


Entonces, ¿es la duda señal de falta de fe? ¿Pueden coexistir la fe y la duda? ¿Las personas que tienen fe también tienen dudas? He tenido alguna buena por  decir que sí a esa pregunta. Porque hay gente que no le cabe "la menor duda".


Pero, en fin, san Juan Bautista parece convencido de que Jesús es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” cuando lo ve venir a ser bautizado —tan convencido, que se considera indigno de bautizarlo. Sin embargo, más tarde, desde la prisión, Juan pregunta: “¿Eres tú el que ha de venir?”. También  tiene sus dudas.


Todos los apóstoles dudaron. Todos lo abandonaron.


Sabemos que santa Teresita del Niño Jesús y madre Teresa de Calcuta sufrieron oscuridad y dudas.


Ratzinger escribió que "El creyente no vive inmune a la duda, sino que siempre está amenazado por el abismo del vacío”.  Pero también lo está el no creyente: por más que afirme ser un ateo puro, que ha dejado atrás toda tentación y debilidad sobrenatural, y que ahora acepta solo lo que ve y lo que toca, nunca estará libre de si realmente tiene la última palabra".


Ratzinger continúa: El no creyente puede estar tan atormentado por las dudas sobre su incredulidad como el creyente lo está sobre su fe. Nunca puede estar absolutamente seguro de que la totalidad de lo que interpreta como un todo cerrado sea autónoma. Así como el creyente se sabe tentado constantemente por la incredulidad, el no creyente vive tentado por la fe, amenazado por su mundo aparentemente cerrado. 


En resumen: no hay escapatoria a este dilema. Quien intente eludir la incertidumbre de la fe, tendrá que afrontar la incertidumbre de la incredulidad, que nunca podrá eliminar definitivamente la posibilidad de que la fe sea, después de todo, la verdad.


Todos, y todos es todos, nos enfrentamos en la vida a la experiencia de la prueba de la fe. Los creyentes y los ateos. Unos a favor y otros en contra. Me hablaban hace poco de un hombre entregado  a Dios - con años de fidelidad- que no quería saber nada de sacramentos. de normas, de cumplimientos. Había roto con todo.


Y se estaba muriendo. 


Y, simultáneamente, me cuenta un lector que no había rezado en su vida que "recé el otro día".  Está  al borde de perder la fe en el frío y oscuro ateismo de la nada. Y todo por algo que se parece mucho al amor por su hija.


Sí, es maravilloso. Puede que el universo tenga sentido y propósito. Puede que sea verdad, como escribe Ratzinger que “Dios creó el universo para entrar en una historia de amor con la humanidad; lo creó para que existiera el amor".


Y en eso sí que creo. Con todas mis  fuerzas.


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40 comentarios

  1. Hakuna trata este tema con una canción que se titula "sencillamente". A mí me ayuda escucharla porque sientes que tener esas dudas es algo normal.

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    1. No me compare con Hakuna, por Dios.

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    2. Perdón, no era mi intención molestar. Yo hablaba sobre todo de la letra de esa canción. Me da igual si es de Hakuna o de quién sea. A estas alturas paso de funcionar con etiquetas.

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    3. No hacía falta disculparse. Un abrazo

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  2. No sea usted tonto. No muerda el anzuelo de Hakuna que es una engañifa.Todo allí es vanidad, superficialidad y tontería. Son la versión cursi del Evangelio.

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  3. Un alpinista joven, de mentalidad progresista, convencidamente ateo, a cuyo entorno yo conocía, tuvo un problema gravísimo en la cordillera del Himalaya; varios de sus compañeros habían muerto, y él, no sabía por dónde andaba, y era de noche.
    Pues bien, explicaba él que sólo se recordaba a sí mismo rezando el “Padre Nuestro”.
    Sobrevivió y siguió siendo ateo; pero lo importante es que cuando se moría en la montaña, rezaba el “Padre Nuestro”; explicaba que no podía hacer otra cosa, que en ese momento el Padre Nuestro era todo lo que tenía.
    El ateísmo es una creencia; siendo honestos, no se puede demostrar jamás la “no existencia” de cualquier cosa; por eso el ateísmo es también una actitud “no científica”.
    Muchos de los que se autoproclaman ateos, cuando hablas con ellos, te das cuenta de que son agnósticos. A partir de su convicción (respetable) de que “No hay pruebas de que Dios existe”, concluyen equivocadamente que “Dios no existe”. Pero el mismísimo Carl Sagan (que se consideraba ateo) afirmó que la ausencia de pruebas no prueba la ausencia; y luego se declaraba ateo, lo cual es una contradicción.
    A buena parte de la comunidad científica, le falta formación filosófica; y viceversa. Y a la comunidad filosófica, humanística, le falta formación científica.
    En el libro “La sociedad de la nieve”, algunos supervivientes pasaron de un agnosticismo practicante a una fe universal, más allá de cualquier religión, que hacía nacer en el interior la convicción de la existencia de un Dios presente en la naturaleza; incluso en sus contradicciones. Otros supervivientes, católicos practicantes, experimentaron la misma conversión pero en sentido inverso; algunos pasaron de su fe reglada y normativa a la fe en un Dios que está por encima de cualquier creencia humana, y que aletea especialmente en la naturaleza, en su belleza y sus contradicciones. Otros siguieron con su forma de pensar.
    Recomiendo vivamente “La sociedad de la nieve”; especialmente a aquellos que están llamados a subir una montaña en muy malas condiciones (metafóricamente).
    La incertidumbre es un regalo de Dios que nos permite experimentar el desapego de lo seguro, y experimentar la confianza en lo que llamamos Dios. La palabra ‘Dios’ es peligrosa, porque por sí sola nos lleva a concretar la realidad de Dios en un ser más, sin que podamos evitarlo. No debería haber palabra para Dios, porque las palabras nos confunden. El nombre es como el dedo que apunta; miramos al dedo y, quieras o no, nuestra mente confunde al dedo con la realidad a la que apunta cuya naturaleza es completamente diferente.
    Pannikar decía que incluso no tenía sentido hablar de uno, dos o tres dioses… Porque la realidad de Dios no se puede determinar con un número, con ningún número; y que las discusiones sobre monoteismo o politeismo carecen de sentido, porque se fundamentan en los números, y Dios está más allá de los números, de la cuantificación.
    Lo único seguro es la incertidumbre, pero unida a la confianza hace que lo único seguro sea la alegría.
    La duda no da miedo, porque es la propia esencia de la vida; si no dudáramos, no habría fe, ni incertidumbre, ni misterio. Sin misterio, no hay belleza.
    La belleza no es tal si no esconde una buena dosis de misterio.
    Sin la duda, no habría sorpresa. Recuerdo la mirada del cuerpo muerto de mi padre, hace ahora tres años. La última mirada que tuvo en vida. Yo le conocía bien y sé, supe, lo que esa mirada implicaba. Era la mirada con la que vio la primera imagen del más allá, y era una imagen de sorpresa agradable. Se sorprendió agradablemente de lo que fuera que vio.

    PRISCILIANO

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    1. Gracias. Buen comentario. Lo de su padre es conmovedor

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    2. “A buena parte de la comunidad científica, (y no digamos las ciencias sociales,) le falta formación filosófica; y viceversa” Sí y es trágico. Las ciencias y sus “razonamientos” que dan pena y los filósofos en paro! Los filósofos podrían revisar la falta de lógica a veces en lo que se dice se prueba.

      La fe es, de la misma manera que un ente ideal. Ese ente ideal no existe, pero uno percibe una dirección.

      La fe se me mantiene, vive, en esa dirección que veo en las cosas vivas y en el arte.


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  4. Escribes: ¿puede coexistir la fe y la duda? Yo diría que simplemente es necesario que coexistan. A mi modo de ver y experiencia, a una fe sin duda la llamo fanatismo.

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    1. Lo mejor que ha escrito es, es " en mi opinión"
      Hay fe sin duda que no es fanática.
      En mi opinión.

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    2. Entonces no es fe, es obcecación, obsesión; también es mi opinión.

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    3. ¿Esa misma "obcecación, obsesión", se la aplica a los ateos como usted? Olo suyo es que es muy tolerante.

      ¿Pero a quién quiere engañar, don listo?

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    4. Ahí te han dado. Cuando te pones así de bonito es que te duele. Son años, Susitoooo, no lo estropees más.

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    5. Me parece que al que le duele es a ti...lo de "Susito " te delata. ¿Pica?, pues te jodes, don Listo.

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  5. Yo creo que es relevante poner de manifiesto que la existencia de Dios no es objeto de la fe, pues puede llegarse a esta verdad con la razón. Aristóteles y muchos filósofos llegaron a la existencia de Dios mediante la razón pero no tenían fe, era imposible pues vivieron antes de la revelación.
    El objeto de la fe es la revelación y está contenida en el Credo (no creemos en "Dios", sino en "Dios Padre todopoderos y creador del cielo y de la tierra").
    La duda es natural, ya lo decía San Pablo que aquí vemos como en un espejo, confusamente.

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  6. Buena exégesis de San Juan. No todos hemos pasado por la duda, como afirmas… y pido al Señor que me evite pasar por ella. Aunque si alguna vez me toca, espero hacerlo al menos la mitad de bien que San Juan.

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  7. "Pero estoy lleno de dudas."

    Usted tuvo un blog, "En lo secreto", en el que usted aseguraba tener una relación personal con Dios tras volver de Guatemala. De que dudas habla?

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    1. Jamás, repito, jamas.he asegurado tener una relación como usted quiere decir. "Personal" siempre la he tenido, pero no tal y como sugiere.

      Y jamás quiere decir jamás.

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  8. El repaso de Savater a filósofos y filosofía en su Carne gobernada es revelador, aunque se le vaya la olla de vez en cuando página a página.

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    1. Tengo el libro, y lo leí. Me gusta Savater. Está gaga, tiene sus cosas, pero me gusta.

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  9. Yo me considero creyente, practicante, y evangelizante. Mi vida está centrada en Cristo y su voluntad, por supuesto sin ser perfecto mi seguimiento pues todos caemos en debilidad y maldad tantas veces.
    Pero hace un año o así, en un momento de mucha prueba en mi familia, me sorprendí con una voz que venía desde muy dentro de mi y decía: Dios, necesito que seas real, que seas verdad.
    Tuve la sensación de que la inmanencia deseaba la permanencia, de que solo uno se muere por dentro, tratando de salir del laberinto. Y supe con certeza que sin Dios esa sería mi vida. Mi ser necesitaba en ese momento la existencia de Dios para su propia existencia.

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  10. Yo creo que Dios no es un guardaespaldas o superhéroe que tiene que "arreglar el mundo" o "cambiar todo lo que esté mal".

    Me imagino que si Jesús estuviera aquí entren nosotros, si alguien le pidiera un milagro (Señor cambia esta circunstancia!)...
    El respondería..."puedo cambiar esta circunstancia, pero eso no te ayudaría mucho. Las cosas no tienen que cambiar. Tú eres el que tiene que cambiar. Y las dificultades están ahí para ayudarte a cambiar"

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  11. Además de la Fé (entendida como firme creencia en Dios), yo diría que en algunas personas también existe un fe más genérica, fé entendida como apertura a los demás y a la vida, una aceptación de las cosas tal como vienen (no concundir con resignación) y una intuición de la propia dignidad como persona.

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  12. La existencia de Dios constituye, desde un enfoque racional, la hipótesis más plausible para explicar la complejidad y el orden en la naturaleza y en el ser humano. La precisión del funcionamiento del universo, así como la armonía de los sistemas biológicos, sugiere que atribuir su origen a una concatenación infinita de eventos fortuitos carece de credibilidad; la probabilidad de que todo ello surja sin una causa subyacente se aproxima a cero. La noción de un ser perfecto y eterno, sin causa, se presenta como una explicación más coherente y consistente con la evidencia observacional.

    Hasta aquí, como nos dijo Sanyi, llega la razón. A lo largo de la historia, la humanidad ha conceptualizado a este ser de diversas maneras: desde los filósofos que lo denominaron motor inmóvil o causa primera, hasta aquellos que sostienen haber recibido revelaciones directas de un Dios vivo y personal.

    Este verano volví a leer el Decamerón de Boccaccio (que, increíblemente, llegó a tener un 6 en el índice bético, una auténtica locura), obra fundamental para comprender la transición de la Edad Media al Renacimiento. En las novelas del primer día, aparece la del comerciante judío Melquisedec, que responde al sultán Saladino sobre cuál de las tres religiones monoteístas es la verdadera mediante una metáfora. Un padre rico, que deseaba entregar su único anillo precioso al hijo más amado, fabrica dos copias perfectas ante la imposibilidad de elegir entre sus tres hijos. Al morir, cada uno recibe un anillo, sin que pueda determinarse cuál es el original.

    Cada una de las tres religiones monoteístas reivindica ser la única verdadera, revelada por el mismo Dios —directamente o a través de sus profetas—, y puerta a la vida eterna mediante la adhesión de la voluntad a las verdades reveladas (objeto de la fe) y la práctica de determinadas obras. La fuerza de la narración de Boccaccio está en reconocer que, si bien uno solo es el anillo auténtico, quienes llevan las copias lo ignoran de manera invencible y, en buena fe, creen y actúan como si el suyo fuera el verdadero. Lo mismo puede decirse de otras formas de fe, institucionalizadas o no.

    Lejos de querer equiparar las religiones (monoteístas) como intercambiables, la fe católica ofrece fundamentos de credibilidad que la distinguen de otras confesiones: su universalidad, la exhortación a difundirla mediante el amor y no con la espada, la centralidad del perdón además de la justicia y, especialmente, el hecho de que el mismo Dios se hizo hombre, murió y resucitó para la redención de la humanidad.

    Este conjunto de elementos constituye parte esencial del núcleo de la fe católica y su diferencia más profunda frente a otras tradiciones monoteístas.
    Según la doctrina católica, la fe es un acto humano integral en el que concurren el entendimiento y la voluntad, movida por la gracia de Dios.
    Me parece bastante normal tener dudas de fe. Cuando el mismo san Pablo nos dice: “Caminamos en fe, no en visión”, señala que el camino de la fe transcurre en penumbra.
    Para mi, la fe es algo muy distinto que “sentir”. Contrariamente a lo que le pasa a algunos Anónimos en este Blog, yo llevo ya bastantes años sin sentir la presencia de Jesús, tampoco en la Eucaristía. Lo que hago es repetir aquellas palabras del padre del chico poseído: “Domine, credo; sed incredulitatem meam adiuva!”

    En definitiva, la razón nos muestra a un ser perfecto y eterno; la fe nos llama a adherirnos a la verdad revelada, sostenidos por la gracia de Dios. Muchos creen sinceramente en distintos caminos, pero mi fe es la fe católica, única en su mensaje de amor, perdón y redención en Cristo. La fe no depende de emociones: es caminar en penumbra confiando en Aquel que ha vencido a la muerte y sostener nuestra entrega en su fidelidad.

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    1. De todos modos parece que la verdadera separación no es entre una religión y otra sino que la separación se da entre las personas realmente elevadas y las personas malvadas.

      A lo largo de la historia, muchos santos fueron perseguidos por gente malvada (de su propia religión o de otra religión).

      Y la gente elevada y caritativa es bien acogida por otra gente elevada (de su misma religión o de cualquier otra).
      Lo que une es la similitud interior.

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    2. "la fe católica ofrece fundamentos de credibilidad que la distinguen de otras confesiones: su universalidad, la exhortación a difundirla mediante el amor y no con la espada", lo de la espada es coña, no?. Y no me refiero solo a épocas pretéritas, sino a chantajes emocionales graves como el pitaje de hace 20 años o menos.

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    3. Ya va siendo hora de pasar página, amigo. ¡Hace veinte años...!

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  13. La teoría como siempre muy bonita, incluso queda bien escribirlo y leerlo. Y que nunca falte la coletilla “por la gracia de Dios”.
    El problema es que no vemos que se ponga demasiado en práctica, menos por quién la predica.
    Esta disfunción es la razón por la que la mayoría del pueblo se alejó de la religión.

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    1. No confundas práctica religiosa y alejarse de la religión. Te sorprenderías.

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    2. No confundo, al contrario. Debería quedar claro que una cosa es predicar y otra actuar. Tu confusión parece confirmarlo.

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    3. No me ha entendido. Son muchos los que ni actúan ni predican , pero creen.

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    4. FE SON OBRAS Y NO BUENAS RAZONES.

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  14. Yo creo en Dios. Para mi es evidente su existencia. No sé exactamente porqué me ocurre esto. Pero es así.
    Sin embargo, por mucho que me he leído y he estudiado las demostraciones racionales de Dios, no me convencen. Demuestran una causa, que es causa de sí misma... Pero... eso no es demostrar a Dios; es demostrar una causa que es causa de sí misma; por decir algo.
    Y lo hacen sin tener en cuenta la dimensión científica, que podría completar (podrá algún día) o corregir postulados.
    Basta estudiar un poco de física de partículas, su lógica absurda pero real, para darse cuenta que la realidad depende de partículas que no siguen nuestra lógica "filosófica". La realidad está hecha de partículas que sólo "son" potencialmente, y que prescinden de la lógica macroscópica más elemental (vease el spin de algunas de ellas).
    El tema de las probabilidades, se acerca más a la demostración de Dios. La cantidad de factores, de constantes naturales, de las que el universo depende para existir tal como es y originarnos es pasmosa. Casi, casi, sería una demostración; pero no. Otra vez aparece la posibilidad de los millones y millones de universos; la mayoría de los cuales, por el tema de las constantes que he comentado antes, no permiten la vida, ni tan solo un tiempo considerable de existencia; pero una sucesión de infinitos universos con infinitas constantes y geometrías diferentes hacen que la existencia del nuestro, como uno entre infinitos diferente, sea un suceso seguro.
    No sé si he sido capaz de explicarme bien. Si sólo existiera un universo, Dios estaría probado simplemente por la probabilidad. Si hay infinitos universos, la existencia de uno con tantas carambolas maravillosas no sólo no es imposible, sinó casi seguro.
    El tema de los sentimientos; de sentir la presencia de Dios... Es un tema de química: serotonina, dopamina, adrenalina... Las genera nuestro cuerpo para pastorearnos hacia donde la programación genética en coordinación con el entorno tiene registrado.
    Una de las cosas que me preocupan, es no dejar nunca de sentir, a pesar de no merecerlo. Si alguna vez, esas hormonas, bajan un poco, me basta andar por la naturaleza, tomar el sol, escuchar una canción, y vuelvo a estar en el cielo. Por eso quisiera tomar un café con Dios, para que me dijera si voy bien, porque no me puedo fiar de lo que siento; tengo las hormonas disparadas!
    En fin... No os fieis mucho de mi; pero lo veo sinceramente así.
    PRISCILIANO

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    1. Buenos comentarios, Prisciliano. Le agradezco que cite a Panikkar.
      Los libros de Panikkar, los que yo he leído, son una joya.

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  15. La gente que se equivoca, se suele equivocar muy segura 😉

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  16. En mi opinión se trataría sobre todo de amar a los enemigos. Entendiendo por enemigos desde personas concretas hasta cualquier eventualidad que nos fastidie y cualquier defecto propio que nos resulte odioso. Amarlo todo.
    Si uno logra amarlo...está ganando la partida.

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