Hoy los dos blogs comparten tema: aceptar lo inevitable.
Mientras escribía la entrada, recordé
alguna familia que precisamente padecieron las consecuencias de no
aceptar lo inevitable. Son un clásico de los colegios.
Padre o madre con problemas con alguno
de los hijos. Pueden ser problemas de carácter del crío, de que no
da para más, que no termina de encajar porque es agresivo, o que es
cortito, porque los hay
que son cortitos...en fin, por lo que sea.
Normalmente es la madre
la que se dedicaba en cuerpo y alma al niño, y pronto da la voz de
alarma, pero el papi piensa que no, el problema es del colegio, o
de la madre, que le protege demasiado. La realidad se impone, pero
ellos, viendo que está estancado el tema, lo cambian de colegio y
lo envían en tercero de primaria a otro.
Ponen a parir al anterior
, y describen un profesorado de una inutilidad cósmica. “¡No los
hemos denunciado porque, vamos, le ha faltado un pelo!”.
Poco después, el nuevo
colegio sigue el mismo camino que el anterior. El chaval tiene
problemas. Los padres continúan porfiando y luchando contra
todos; las relaciones entre la pareja se deterioran día a día,
porque el hijo no responde a las expectativas puestas en él.
El final casi siempre es
el mismo repetido. Un desastre. Una lucha de años para nada.
No aprende quien cree que
todo lo sabe. Y durante días, meses, años, los profesores , los
compañeros de clase, los padres del curso, les hacían ver que ese
hijo era problemático. Pero ellos estaban convencidos de que el
problema lo tenían los demás.
Y el resultado es que te
comes el marrón tú solo. A veces con separaciones que rompen con
todo.
He tenido la oportunidad de conocer dos casos. El primero, de una chica un poco inocente, por decirlo así, a la que su madre ha educado "sin contemplaciones", y que hoy tiene su marido, su puesto de trabajo, que no es poco, y su vida plena. Su madre nunca quiso imposibles para su hija, pero tampoco dejo que se durmiera en los laureles. El segundo caso es de un hijo único, del que su padre "pasa", y cuya madre ha asumido toda la carga. Cuando digo que ha asumido la carga quiero decir que le lleva la mochila al colegio, le hace los deberes, le espía,... Y lógicamente, el niño es una calamidad.
ResponderEliminarVale: se debe aceptar lo inevitable. La cuestión es cómo aceptarlo. Esto que voy a contar es algo escandalosamente cursi, pero debo decir en mi descargo que yo, como todas las niñas pequeñas, tengo un ramalazo cursi que mata. Aquí va la historia. Cuando tenía unos diez años leí el libro de Pollyanna, de Eleanor Porter. Es la historia de una niña huérfana, hija de un misionero que tiene que irse a vivir con su tía. Cuando las cosas van mal practica un juego que le enseñó su padre, al que ella llama "el juego de la alegría". Resulta que, cuando vivían en la misión, ella había pedido que le regalaran una muñeca por Navidad. Cuando llegaron los paquetes con las provisiones, en vez de una muñeca le habían enviado por error unas muletas. La niña se puso muy triste y le preguntó a su padre cómo podía jugar al juego de la alegría si, en vez de la muñeca había recibido unas muletas. "Bien", -Dijo su padre. "puedes alegrarte...¡de no tener que usarlas!" Es como un principio de optimismo en su máxima expresión, pero os prometo que funciona.
ResponderEliminar(Lo sé, lo sé: he crecido...pero ¡qué le vamos a hacer! ¡de vez en cuando aún se me va el plumero de princesita rosa!)
Perdón, C.S., quisiera saber si sus iniciales corresponden a Cocks Sucker. Gracias
ResponderEliminarSe dice Cocksucker, analfabeto... Se nota que a ti no te la chupan mucho (a no ser que pagues por ello, claro está). De todas formas, deberías pagar también por unas clases de inglés.. Aparte de tus otros gastos, claro está...
ResponderEliminarAceptar lo inevitable. No tenemos alternativa.
ResponderEliminarHe intentado ayudar a algún drogata: algunas adicciones cae en esta categoría.
ResponderEliminarHoy he estado en una empresa y les he dicho a los empleados que reducimos el sueldo un 20%. Si no: cerramos. Esto es inevitable.
Pero siempre nos quedará Shakespeare, siguiendo la clase de inglés, cuando pone en boca de Casio:
"The fault, dear Brutus, is not in our stars,
But in ourselves, that we are underlings."
Me molesta mucho mojarme bajo la lluvia.
ResponderEliminarO me constipo y me enfrío, o me enfrío y me constipo.
...
El martes llovió de forma torrencial, un rato antes del atardecer.
Me refugié bajo unos soportales, huyendo del aguacero.
Y allí, delante de mi, dos adolescentes se besaban bajo la luvia.
Como si el resto del mundo no tuviera la más minima importancia.
Buena respuesta, C.S.
ResponderEliminarA veces pienso que es Cristina, uno de mis nombres favoritos.
No sé, Harry. Ahora me parece muy grosera. Es el espíritu de albañil que suele ahogar a la princesa rosa. Lamento no tener una Karcher como la de Lux para cuando me arrepiento. (Me alegro de que te guste ese nombre)
EliminarSi hubiese tenido una hija me hubiese gustado bautizarla como Cristina. Pero creo que no va a poder ser...
EliminarSi hablamos de lo inevitable, seamos justos con nosotros mismos.
ResponderEliminarPensemos también en lo que es inevitablemente bueno.
Como esos dos jóvenes besándose bajo la lluvia.
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ResponderEliminarEsta claro, no queda otra. Por definición. Y de acuerdo con Luxindex, Viktor Frankl, lo que esta en nuestras manos es la manera de afrontarlo.
ResponderEliminar¡Buenas noches a todos!