Las mejores provisiones que he encontrado para vivir son los libros, la fotografía, la música, y el cine. Y ese es el sustrato de mis oraciones, aunque no rezo desde hace años. " No te preocupes por qué has de rezar, tu Padre , que ve en lo escondido , ya sabe qué necesitas antes de que se lo pidas.
Lo demás es rollo, rollo, y rollo.
Escucho mientras escribo el cuarto libro de Madrigales de Monteverdi. Me acompaña estas maravillosas notas y voces que no son como las ideologías, los catecismos, la política, o algunas religiones , tan inoportunas y plomizas , con su palabrería, y sus argumentos , cada uno el suyo, sordos como piedras.
Los libros, que si no los llamas no vienen, que puedes tomar éste o aquél a tu antojo. Mi biblioteca es mi pequeño país. Aquí me muevo a mi antojo. Paseo por Simenón, asciendo un ocho mil en la cordada de Dostoyeski, o ando descalzo leyendo versos del Cantar de los cantares.
Si no les llamas no vienen. Ellos te hablan sus puntos de vista, y tú respondes con los tuyos. O no, callas y aprendes. No molestan cuando guardas silencio. Son mis buenos amigos. Leo cuando quiero, como quiero, y lo que quiero. Si no me agrada abandono.su lectura. Sólo leo por placer.
Detesto los textos aburridos. Las biografías son platos que disfruto y zampo con hambre. Son una pelota directa a mi frontón. Acabo de leer una de Montaigne y he salido de ese bosque con muchos frutos en mi particular mochila.
Hay libros que me han cambiado , voces mudas que piden respuestas que no supe dar porque estaba catequizado y acortezado en cuestiones que repetía como un loro , algo así como esos watsaps que envían los partidos políticos con argumentarios y respuestas pagadas a sus afiliados.
Es frecuente que sea otra persona después de leer a alguien que me acompañó unas horas.
Muchas veces pienso que sólo disponemos de una vida, y la escribimos viviéndola. Los tachones son nuestras heridas, equivocaciones, errores , fallos, ridiculeces , pero en realidad nada se borra.
La intención es buena, con frecuencia, pero somos torpes, hacemos las cosas mal. Y no creo que Dios , si existe, y si es Padre, sea muy diferente a ese maestro que nos veía escribir torcido con la lengua fuera y la cabeza apoyada en el brazo , pensando " pobre, ¡ qué ganas de hacerlo bien tiene el chaval!".
Probablemente al morir nos llevemos con nosotros ese manuscrito, con sus obscenidades , sus historias vergonzosas, sus pequeñas heroicidades, sus faltas de ortografía , su caligrafía imprevisible, con todas esas cuentas pendientes y asuntos de los que mejor no hablar que tenemos algunos , y escuchemos el juicio de "¡bien, hombre, bien!...
Porque Dios, o es Padre, o no es.
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