jueves, 23 de noviembre de 2017

EL PADRE LUCIA

Sufrí un sacerdote jesuíta en el Colegio El Salvador de Zaragoza  que me produjo  gan conmoción interior.

Se llamaba Padre Lucia, valenciano, exagerado y  como fuera de si. Un hombre  intenso.
Tenía una obsesión : el martitologio.

La verdad  es que el tío ponía  los pelos de punta de piel. Incluso los de los  brazos.

Disfrutaba   especialmente  con el segundo edicto de Diocleciano  ordenando el arresto y encarcelamiento de todos los obispos y sacerdotes. Las prisiones se llenaron —el subdesarrollado sistema penintenciario de la época no podía mantener a los diáconos, lectores, sacerdotes, obispos y exorcistas que se le vinieron encima. 

Eusebio dejó escrito que el decreto produjo el encarcelamiento de tantos sacerdotes que los criminales ordinarios estaban hacinados y tuvieron que ser liberados.

Y en el colegio el padre Lucia nos contaba a gritos  en la Capilla:

"San Damián nació en una familia acomodada. Fue a estudiar a  Alejandría donde conoció a san Cirilo. Se convirtió al cristianismo , se  retiró al desierto, meditó y  oró , y fue nombrado Obispo . Obró  cientos de milagros.

Los sacerdotes de la diosa Hera  , divinidad protectora de la ciudad , envidiosos de las conversiones que lograba , lo denunciaron al prefecto Hilarión, que lo detuvo y lo llevó a  su presencia.

- ¿Qué esto que oigo que te mofas de  nuestra religión?

San Damián no dijo  nada. Sacudió los brazos , y las cadenas que lo aherrojaban se        rompieron como el cristal. Y dijo, "ja , ja y ja ...mi Dios me protege, y no me das  ningún miedo.

- ¿Así que estas tienes?, ¿hein?...¡a ver  quién manda aquí!

Y ordenó  enviarlo a una mazmorra , lo ataron a un  potro, le desconyuntaron   los  huesos , le arrancaron las uñas, y los dientes  con tenazas, unos perros  adiestrados a tal empeño  le mordieron los testículos, los dos, le desgarraron la carne  con garfios, le aplicaron un cuchillo al fuego vivo en los ojos y, finalmente, le aplicaron  tenazas ardientes   en las  plantas de los pies.

Hilarión, convencido que la Fe de Damián se quebraba, le hizo comparecer de nuevo:

- ¿Qué?, ¿todavía te cachondeas de nuestro Dios?

Damián se rió a mandíbula batiente y dijo: " no sé de qué Dios me hablas."

Vio  Hilarión que le habían vuelto a crecer las uñas y los testículos. Los dos.  Y dispuso que le fuesen propinados cien mil latigazos . Pero los látigos se convirtieron en serpientes que  se enroscaban en las muñecas de los verdugos  y les mordían la lengua  y la titola  y blasfemaban contra la diosa Hera, por no protegerles del sortilegio:

¡¡¡HERA, HIJA DE PUTAAAAA!!!

Hilarión , contrariado  y cabreado como una mona, mandó  traer un león enorme y hambriento  para que se zampara a Damián. Pero al acercarse a él, el  felino se irguió sobre las patas traseras , rugió, y después entonó con potente voz de tenor: ¡¡¡QUARE  FREMUERUNT GENTES POPULIIIII1!!!

A  Dámaso le sucedieron  mil adversidades  de perverso Hilarión pero, pasase  lo que sucediese, siempre salía airoso, y sonriente.

Un tarde, en el Circo Máximo, le soltó a una piscina repleta de cocodrilos feroces  y hambrientos. Y el mártir les lanzaba  miguitas de  pan y les decía "¡titas, titas!". Y los saurios  daban palmaditas  en  la  superficie del agua y  cantaban  "tiré tu pañuelo al río para mirarlo como se hundía..." 

Y, claro, gracias a tipos como el padre Lucia, uno ha salido como ha salido.

6 comentarios:

  1. El Dámaso este me recuerda a Puigdemont, y a su nigromancia; o a la de Pujol y sus adivinas.
    Estamos en la época del Logos: la razón. No valen los idealismos rígidos. Aquí servidor se levanta cada mañana para ir a trabajar y quiere moverse en un mundo previsible.
    Es más atractivo el martirio que hacer endecasílabos de la prosa diaria. Voy a llamar a impagados: esto si que me hace mártir. No me cogen el teléfono.

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  2. El otro día preguntaba alguien por los santos que escaparon al juicio de la Historia... No sé si habrá casos de santos que no merecían ser canonizados... lo que sí parece es que algunos son más personajes legendarios que otra cosa; no hay constancia de que existieran realmente pero son arquetipos del concepto de vida ejemplar de su época.
    Y hablando de San Cirilo... El relato calumnioso que le atribuye una supuesta participación en la muerte de Hipatia me parece el perfecto ejemplo de cómo se destruye la imagen de los santos para que cunda la desesperanza. Si la santidad no existe, si la virtud no existe; si la vida cristiana es imposible, a la larga Dios tampoco existe y a mí deja de atormentarme mi conciencia. Que al final es de lo que siempre se trata... Emma Morley.

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    1. "Si la santidad no existe, si la virtud no existe; si la vida cristiana es imposible, a la larga Dios tampoco existe y a mí deja de atormentarme mi conciencia"....

      No lo veo así.

      Jesucristo vino a redimirnos, y eso significa que nos conoce muy bien, y que estamos en buenas manos.

      No creo en la santidad...sí en vidas ejemplares.

      Ser santo, en fin...

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    2. Yo no creo en los santos en vida. "Es que este hombre es un santo!"... en fin... habrá que verlo cuando muera. Antes no.
      Sí creo que ver malicia en todo es muy mala señal. Y que todos tenemos una tendencia implícita a quedarnos más tranquilos cuando vemos caer al que parecía estar haciendo bien aquello en lo que nosotros erramos. Así es la naturaleza humana: los buenos ejemplos generan aversión. Se necesita mucha humildad y mucha inteligencia para combatir eso y acercarse a quienes nos hacen mejores de lo que somos... Pero por desgracia suele ser al revés. Nuestra tendencia es crear vínculos más bien basados en miserias compartidas. Javier Gomá habla mucho de esto, has leído algo de él? Un beso! Morley

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  3. Me acuerdo del padre Lucia que era padre.espiritual cuando cursaba tercero en Jesuitas...

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