A mi me educaron en que la vida es fascinante. Mi padre veía el mundo desde la fascinación. Y nos pegó a todos esa manera de entender todo. Hasta la religión y sus cosas.
Escribo la vida, pero me refiero a toda. Morir es también vida.
De crío uno se fijaba en las hormigas, en las palomas de la plaza del Pilar. Me asombraba que se echaran a volar. Esa manera de comunicarme con el mundo no la he perdido, yo creo que ha ido a más.
Sólo que ahora tendré que asombrarme de otras plazas del Pilar, otras palomas, y otras hormigas. Pero, en el fondo es lo mismo. Un misterio.
Tengo que dar muchas gracias por haber tenido unos padres tan llenos de amor, de respeto, con esos detalles que me han acompañado hasta hoy.
Hay una una película que se llama ‘La luna’, es de Bertolucci. Se ve cómo un niño está acostado en la cuna. Su madre se acerca a darle ese beso, luego se marcha. Y hace un travelling hasta la ventana, y el niño ve la luna y confunde, de alguna forma, la luna con el rostro de la madre.
Unos ven la madre y la luna. Yo vi la madre y la Virgen.
En la película "La Pasión" hay una escena sobrecogedora. Jesús grita a su Padre "¡¡¡ por qué me has abandonado!!!". Tiene que ser durísimo sentir que tu Padre pasa de ti. Que le da igual tu redención. Y sale una escena de Lucifer abrazando a un hijo suyo. Como diciendo " ¿ te das cuenta con que amor trato yo a mis hijos, y a ti tu Padre te desprecia y abandona?".
La escena la robó de las visiones que escribió la beata Ana Catalina de Emmerich.
Leí una biografía de Isak Dinesen. Ella decía: "Vivimos para dos cosas: para fascinar a los demás y para ser fascinados por ellos". Es lo mismo que decir "vivimos para amar y para ser amados".
Me va tocar muchas sesiones de quimio, de radio, extirpar cosas, Y habrá que buscar y encontrar ese mundo fascinante. Habrá que estar muy atento. Conocí un tío que un día me dijo "Me gusta la realidad, siempre que se pueda transformar en una ficción. Que la pueda contar a mi manera". Entonces me pareció una boutade. Hoy no. Porque muchas veces, detrás de la realidad pura y dura, se esconden historias fantásticas. No me refiero a enfermos. También en un Hospital hay médicos, enfermeras, acompañantes, familiares, restaurantes, camarer@s, señoras de la limpieza...
Voy a cruzarme con muchas almas, muchos rostros, mil historias diferentes. Y no me gustaría renunciar a ninguna, porque renunciar a alguna es empobrecer mi propia vida. Nuestro corazón es un territorio vastísimo, inagotable, infinito.
Tengo prisa por vivir. Tengo prisa porque empiece este baile. Tengo prisa por vivir muriendo.
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