Esa casa blanca que veis al fondo es Casa Sueiro. Allí vivimos María José y yo. Tiene vistas a un un pequeño valle. Desde mi ventana escucho esquilas del ganado cuando come, la folía de los grillos y la chicharra, y el sonido de esas campanas de la parroquia de san Fiz - San Felix.
Tocan las horas y las medias. Y también, con mucha frecuencia, a difuntos. Aquí la devoción por los difuntos es muy intensa. Los cementerios están al lado de las iglesias. Le pedí a don Simón- el sacerdote que atiende la parroquia- que si podría poner una cartela dentro del Sagrario, debajo de los Corporales, con la jaculatoria que veis en la entrada.
Lo hizo encantado. De esta manera, todos los días, hoy, me recuerdan esas campanas que no estoy solo.


Es un lugar maravilloso. Ver la foto me lleva a rezar .
ResponderEliminarPétalos de rosa
Muchas gracias, amiga
EliminarBuenos días. Igual es una horterada, pero como es San Agustín hoy, he encontrado al azahar estas líneas de las Confesiones. Me ha sonado al Barullo.
ResponderEliminar"Otras cosas eran las que cautivaban mi ánimo: como conversar y reír juntos, obsequiarnos con mutuas benevolencias; bromearnos unos a otros y leer en compañía libros agradables; disentir a veces sin odio ni querella, como cuando el hombre discute consigo mismo y condimentar con esos raros disentimientos una estable concordia; enseñarnos algo unos a otros, o aprender algo unos de otros; echar de menos con dolor a los ausentes y recibirlos con alegría a su regreso. Con éstos y otros parecidos signos de afecto, de esos que salen del corazón cuando las gentes se quieren bien y que se manifiestan por los ojos, por la palabra, por la expresión del rostro y de mil otros modos gratísimos, las almas se funden como el fuego y de muchas se hace una."
Buen comentario
EliminarMuchas gracias
Qué buena entrada. Gracias. Cada día te leo antes. Estás por aquí pronto, bien, bien.
ResponderEliminarChapeau!!!
ResponderEliminarGrande Suso!!
Ya se me ha ocurrido algo.
ResponderEliminarCuando estuve unos años en Viena trabajé en la iglesia barroca de la Peterskirche, al lado de la catedral de San Esteban: en el centro centro de la ciudad.
Me dedicaba a limpiar retablos barrocos (no es fácil). Trabajaba con un agregado (Bob Biddle) que llegó a Viena con el ejército americano de ocupación (era metereólogo) después de la segunda guerra mundial y ahí se quedó. Ya falleció. Me encomiendo a él, una bellísima persona; el rector era Torelló.
Los vecinos se quejaban de las campanas, así que nació un conflicto. Al final se restringió mucho el uso de las campanas. Ya casi no suenan.
Dejaron de tocar y recordar tantas cosas a los feligreses, si es que quedan feligreses.
Dejaron de recordar a Dios.
Muy buen recuerdo!
Eliminar