Holden Caulfield es el protagonista de El guardián en el centeno. “Catcher in the rye”, el «receptor del centeno», alguien que salva a los niños de caer por un precipicio.
Caulfield es un soñador impenitente que choca sistemáticamente con la realidad. A sus 16 años, es un chico larguirucho e inexperto, que no hace más que meter la pata.
Es un manirroto que dilapida el dinero, es un ingenuo del que se aprovechan los demás, es un gafe al que le salen mal todos los planes, es un seductor que ve cómo la chica que le gusta acaba con su compañero de habitación.
Caulfield es un desastre, pero nos identificamos con él porque es simpático y no sabe esquivar los duros golpes que le va dando la vida, como la muerte de su hermano.
Me cayó bien porque me recordaba a mi.
La novela de Salinger trata sobre la incertidumbre que rodea la existencia humana y la incapacidad para protegernos del destino. Nadie -ni siquiera el guardián en el centeno- puede evitar nuestra caída en el precipicio.
He conocido a gente como Holden Caulfield, que estaba a punto de caer en el precipicio. Y todo por culpa de su imprevisión, su frivolidad, las malas compañías de las que se habían rodeado.
Y , derrepente, se dan cuenta que están al borde del abismo y comienzan a correr frenéticamente en dirección contraria. Hacen todo lo que prometieron que jamás iba a hacer.
Como Caulfield, esa gente carece de referencias fijas. Son unos acomodaticios natos, que confía en su olfato y en la suerte, que siempre caerán de pie. Creen que siempre hay tiempo para rectificar y justifica sus mentiras por la necesidad de sobrevivir.
Hay un episodio en la novela que me sigue conmoviendo: cuando Holden pide al ascensorista del hotel que le lleve a una prostituta. No la toca, pero acaba pagando y sufriendo una paliza.
Salvando las distancias, a este tipo de personas le está pasando lo mismo: ha pagado cantidades ingentes para que le quieran y resulta que lo han hecho para nada.
Esa gente que ofrece amor y el mundo le devuelve hostilidad, como le sucede a Caulfield, que descubre que todos quieren aprovecharse de su desamparo.
Releo lo escrito y resulta que lo hice en espejo: yo también soy ese adolescente permanente que sueña con un futuro esplendoroso mientras todo se derrumba a su alrededor.
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Mantendré unos días el link de todas las plataformas donde está el CD.
A mí me encantó. Lo leí cuando tenía 20 años en plena época universitaria y todavía lo recuerdo con cariño. No sabía si subía, bajaba y no tenía claro hacia donde quería / podía ir. Volveré a leerlo 30 años después….a ver qué tal!
ResponderEliminarCon la tuna podría hacerse algo análogo?
ResponderEliminarEstaría muy bien un reencuentro tipo "Friends". Se podría montar, organizar. Me consta que a mucha gente le encantaría.
Imposible. A mi también me gustaría, Pero no será.
Eliminar" A este tipo de personas le está pasando lo mismo: ha pagado cantidades ingentes para que le quieran y resulta que lo han hecho para nada."
ResponderEliminarCada día que pasa es más cierta esta frase.
Yo tengo esperanza en los jóvenes de ahora. Hay muchos, pero muchos, que ya no pasan por ahí. Y saben verlo venir.
McC
Yo recuerdo que leí este libro cuando tendría unos cuarenta años. No paré de reír desde el principio hasta el final.
ResponderEliminarLeí hace algunos años el libro y me gustó su expresión adolescente, la cual le otorga velocidad, realismo, facilidad de lectura; y ayuda a introducirse más en el tono del protagonista.
ResponderEliminarSiempre me ha intrigado Salinger y su enigmática y truculenta manera de ser, que quizá ahora no viene a cuento; y me ha inquietado como el libro del guardián ha sido la obsesión de algunos asesinos, entre ellos el que acabó con John Lenon, Mark David Chapman, el cual después de matar al cantante, leyó, en la acera de enfrente, fragmentos de la novela.
La obra tiene algo; una rebeldía contra las circunstancias de la vida que no son nada ergonómicas, que según la narrativa se desarrollan ásperas, sin sentido, grises.
Yo soy más de Truman Capote o Raymond Carver, pero no deja de ser interesante sumergirse en Salinger.
PRISCILIANO
¡Capote, grande!
EliminarAlguno padece el síndrome de Diógenes emocional y no ha madurado.
ResponderEliminarNo haga psicoanálisis barato , terapia cortito con sifón.
EliminarUna maravilla de libro. Había oido hablar mucho y lo ví en un Fnac hace 3 años por navidad. Una compra de impulso total y me lo leí casi de un tirón.
ResponderEliminarLo dicho, una pequeña maravilla.
Sevillista
Salinger, como todo escritor bueno, tiene sus comeduras de coco potentes.
ResponderEliminarYo no puedo estar para engancharme en mis momentos emocionalmente lábiles a los complejos, traumas ajenos porque emocionalmente me engancho a lo que no está en mi momento, ni es mi manera de sentir las cosas.
Que no sepamos de que va esto, no significa que no haya un plan. Soy una parte muy muy pequeña de un todo.
A la vida no se le despista ni un átomo, ni ninguna de las propiedades, de sus principios, de sus leyes.
Al corazón humano en sus transiciones le hace bien en mirar a los inmutables pilares de la vida.
Es un poco como: Entré en la casa y choqué contra el árbol que no tengo. No Salinger para mí, ni Mortal y Rosa, ni Benedetti, si me siento en crisis.