No es lo mismo ser persona instruida
que ser persona culta. Y hoy se confunde, quizás por la enseñanza
que recibimos, que es de una pobreza que pasma.
¿Quién no ha conocido personas
cultas, cultivadas, sabias, y que no son instruidas.?. Yo sí, y
bastantes. Y también he conocido personas muy instruidas que no
son cultas.
He conocido ratas de bibliotecas, o
empollones, no sólo en carreras técnicas, que sólo acumulan
información, en su mayoría gente con una memoria abisal. Pero son
incapaces de salir del raíl memorizado. En ese sentido, una
grabadora sería más útil que ellos. Un ordenador posee más
memoria que un hombre y, por consiguiente, más instrucción
El culto lo es porque hace algo más
que memorizar, piensa, relaciona, se implica y participa , aunque
desconozca cómo se llama el objeto del que aprende. El culto
“cultiva”, que es palabra que habla de la tierra. El culto está
más cerca del agricultor, y el instruido del informático. El
primero colabora en la germinación y crecimiento de los granos en
plantas.
No sé de quién es la metáfora, pero
me pareció deslumbrante. Comparaba al instruido con un geógrafo, y
al culto con un explorador. Uno sabe de mapas, conoce las ciudades,
los ríos, los mares, como un calco impersonal de la vida que está
allá fuera.
El explorador ha ido y ha pisado los
sitios. Es posible que no tenga los conocimientos que ha chapado el
geógrafo, o que no sepa que eso que está viendo se llama “Cabo”,
“golfo” o “punto geodésico”, pero de los lugares recorridos
guarda un conocimiento sabroso, particular y directo. Han nacido con
él y morirán con él.
Un ejemplo entre miles. Conozco
cocineros , camareros, o propietarios de restaurantes que saben más
de psicología, de profundizar en el corazón de las personas, y
alcanzar su centro, que sesudos catedráticos de psicología, o de
psiquiatría.
He vivido con doctores en psicología
que no tenían ni puta idea, pero así, ni puta idea, de qué habita
en el corazón de la gente que trataban en sus tests o en sus
terapias.
Y he conocido auténticos expertos en
humanidad que con sólo verte entrar por la puerta te saben leer muy
dentro.
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Nueva entrega de PANETE DE MÓNACO.
Sobre todo los que están tras la barra de un bar. Quizá porque han conocido ha mucha gente y han tenido oportunidad de hablar con mucha gente. Yo no he ido a la Universidad de Navarra, me decía uno, yo he ido a la Universidad de La Barra.
ResponderEliminarPor cierto, el de Luxindex era yo, a ver si me se va a ir con otro...
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EliminarNo,no es lo mismo.Pienso que hay personas con inteligengia de "vía ancha" que cuando miran a los demás les "ven" y lo mismo hacen con todas las realidades que "miran"...y así se cultivan sábiamente. Otras personas quedan determinadas por su mente de vía estrecha con la que "miran" ,"miden" y procuran adecuar a las personas y demás realidades a los propios esquemas... Y se "instruyen"...
ResponderEliminarBuenos días y felicidades por El Barullo.
La persona más culta que he conocido era un pescador analfabeto.
ResponderEliminarNo sabía leer ni escribir, pero contaba unos cuentos que te rilas.
Sobre sus espaldas cargaba con la tradición de miles de años de narrativa oral; cientos de reuniones a la luz de una hoguera, desde la tierras de los esquimales a los territorios de los Sioux, pasando por Las Mil y una Noches, se dejaban vislumbrar en su pausada narrativa.
Los chavales solíamos ir a la puesta del sol al puerto, le ayudábamos a descargar el pescado en la lonja y luego nos contaba una historia.
Doblamos el Cabo de Hornos con él, nos enfrentamos a increibles tormentas en el Atlántico Norte y aprendimos a poner proa a las olas en caso de tifón.
Pero lo mejor era lo de las sirenas.
Nos contaba historias de bellas mujeres, mitad pez, mitad hembra humana, capaces de darte la mayor de las felicidades o de dirigir tu nave hacia las rocas.
Nos animaba a buscarnos una sirena, a cuidarla, amarla, acariciar sus bellos cabellos dorados, hacerla feliz y ser feliz con ella.
Y luego nos decía que debíamos dejarla partir al mar, pues era aquel el territorio natural al que pertenecía.
He tardado más de treinta años en comprender que, aquel viejo pescador analfabeto, en realidad nos estaba hablando de una búsqueda interior, de un anhelo eterno.
El viejo pescador, en realidad nos contaba historias sobre la felicidad.
Con forma de sirena.
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ResponderEliminarNada, Luxxindex, que metí otro comentario pero el Suso este se debió beber algo... No te preocupes. Ere prácticamente hagiográfico. Un saludo
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