lunes, 29 de julio de 2013

TE NECESITAMOS ASÍ.


No te fíes de tus experiencias pasadas. No son más que cosas puntuales que sucedieron de ese modo, muchas veces de modo casual. Sé más espontáneo. Apelar al pasado es de gente acartonada y vieja.

Aprende a disfrutar de cada momento. Si hoy vas en autobús piensa que tienes un coche que cabe mucha gente, que ese coche es tuyo y que, además, el chófer te va a dejar donde tú quieras.

Si paseas por un parque, esos jardines están así porque tienes un jardinero que se encarga de que esté todo para que pases revista y des tu aprobación. La vida está allí, y de esa forma, para que la disfrutes, no para que seas un cascarrabias.

Pasa de juzgarte a ti mismo. Pasa de pensar en qué pensarán de ti los demás. Pasa de juzgar a los demás.

No te preocupes por nada que sea imposible de solucionar. No le dediques ni un segundo a chorradas.

Agradece muchas veces las cosas que ves, las personas que se cruzan en tu vida. Sé muy agradecido.

Sonríe mucho. Sonríe siempre.

Deja que las cosas sucedan, no te empeñes en que sucedan. Cada día tiene su afán, no te preocupes por nada.

Vienen tiempos duros y te necesitamos así. 
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¡GANADORES Y UN CRUCERO DE TRALLA

4 comentarios:

  1. ¡Muchísimas gracias por el comentario de hoy! Besos

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  2. Memez es leer todos los días a un memo y escribir ! "¡vaya memez!"...¡Bien Mamancio,vas bien!

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  3. Son tiempos duros, donde todas y cada una de las decisiones arrastran una infinitud de consecuencias importantes, a la vez que determinantes.

    Ella se presentaba al día siguiente a una oposición para conserje, donde el más torpe de los aspirantes era ingeniero aeronáutico, rama de vehículos espaciales.

    El había montado una pastelería, y endulzaba las mesas de aquel barrio periférico, repartiendo merengue, tarta de chocolate y ensaimadas mallorquinas, allí donde una celebración necesitara de un trozo de tramoya azucarada.

    No eran buenos tiempos parar la lírica, así que el domingo lo pasaron en la piscima municipal, donde por tres pavos te vendían un sucedáneo de Mar Mediterráneo.

    Sobre las cinco de la tarde, ella paseaba por el borde de la piscina, pensativa y circunfleja, intentando olvidar que mañana se jugaría los garbanzos con un bolígrafo bic, contestando los test del primer temario.

    El no. El era un ser salvaje, primitivo e improvisador.
    Nunca había resuelto una integral de Riemann, ni conocía la naturaleza laminar de los fluidos en estado de ingravidez.

    Determinó que la Ley de la Gravedad iba a ser derogada en unos instantes, cogió carrerilla, se lanzó en dirección nor-nordeste con una aceleración de 1.5 G, rodeó a la ingeniera por la cintura y la arrastró a ella y a su centro de gravedad hacia las profundidadesc abisales de la piscina municipal de Valdemorillo.

    Bajo el agua todo era silencio.
    La perfeccion absoluta y nítida de un mundo sin errores.

    Y allí la besó.
    Como si fuera la primera vez.

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