Me lo contó un viejo conocido, fiscal
de profesión.
Se había presentado una denuncia por
agresiones por parte de una mujer contra su marido. Mi amigo habló
con aquel hombre y le comentó que una denuncia más y lo metía en
la cárcel. No era asunto de broma.
Pasaron los días y la señora se
presentó en despacho del fiscal.
- No sé que le dijo usted a mi
esposo, pero desde aquel día no me pone la mano encima.
- Bueno, de eso se trataba, ¿no?
- Pero es que...no sé, me parece
que ya no me quiere.
- ¿Que no le quiere?
- Por favor, hable con él, tampoco
se trata de que no me toque. Cuando me pegaba , a veces, también
era por cariño...hable con él porque me parece que va a dejarme.
Si quiere, puede pegarme a veces...
Mucha gente está hecha de miedos y de
reflejos condicionados.¿Por qué vuelven esas mujeres a sus casas
cuando saben que las van a maltratar?, ¿por qué no termina ese
hombre de irse de un trabajo que le humilla y lesiona su dignidad?
Podemos imaginar que contestarán que
lo hacen por sus hijos o por la falta de recursos para vivir de forma
independiente, pero vuelven porque el mundo de fuera les da un
miedo enorme y, aunque en el mundo que conocen tienen asegurado que
van a sufrir, al menos es un mundo del que en cierta medida saben lo
que pueden esperar.
Estoy convencido de que ésta es sólo
una explicación parcial y de que hay muchas otras ocasiones en las
que son otros los motivos que empujan a esas mujeres a volver a sus
casas, o a esos hombres al trabajo.
Muchas veces sólo cuando llegamos a
ese punto de insatisfacción inspiradora en el que decimos: «hasta
aquí», «se acabó», «así no sigo», y resolvemos con verdadera
determinación dar un paso adelante, reunimos el coraje que es
necesario para pasar de lo conocido a lo desconocido.
¿Se puede hacer?, ¡claro que se
puede!
Si, claro que se puede, definitivamente. Pero puede llegar a ser muy duro, aunque al final compensa.
ResponderEliminarNunca he estado de acuerdo con el refrán que dice: "Mas vale malo conocido que bueno por conocer".
Y tambien me parece importante el "... no se que le dijo usted a mi esposo..." Tantas cosas podríamos cambiar ......
ResponderEliminarLeyendo la entrada he pensado: ¿y por qué volvíamos a Monterols?
ResponderEliminarNo se si tiene mucho que ver con la entrada de hoy, pero paso a describirlos otra situación:
ResponderEliminarHace unos años, tuve conocimiento de una situación de maltrato prolongado en una pareja. Ella muy famosa, por cierto. El tipo, su marido de entonces, le daba unas palizas de campeonato, y ella lo asumía como lo mas normal del mundo. Lo curioso, y en contraposición a uno de los casos que se relatan en la entrada, es que el tipo vivía de la famosa. Era su chulo. Recuerdo que comentamos el caso en familia y mi padre nos dio su opinión. Parece ser que el padre de ella había maltratado a su madre toda la vida. Mi padre vino a decir algo que a mi me escandalizo, y es que a su juicio, una mujer así, con esos antecedentes, nunca seria feliz con un hombre que la respetase.
Alejandra Vallejo Najera, escritora e hija del psiquiatra, escribió un libro que se llama "El amor no es ciego" en el que viene a decir que nuestro disco duro emocional viene recogiendo desde nuestro nacimiento patrones tipo de conducta a los que nos acostumbramos, y que aceptamos como "lo normal", y que son determinantes, por ejemplo, cuando vamos a escoger pareja.
Imagino que todo es mucho mas complejo, como diría Ortega...
Probablemente sea cierto que vamos recogiendo patrones de conducta.
ResponderEliminarPero tampoco podemos caer en un "determinismo": no somos esclavos del pasado. Podríamos explicar la vida sin por lo de Adán y Eva.
Interesante reflexión suso. También conocido como que mucha gente tiene miedo a "salir de la zona de confort"
ResponderEliminar