Aprendemos
más y mejor cuando nuestra experiencia va unida a emociones.
Una
enseñanza basada sólo en palabras no es suficiente. Ni en power
points, ni en clases magistrales. Nuestras emociones son formas de
experiencia inmediata que se quedan grabadas en lo más íntimo.
Cuando
dando clases de Literatura explicaba que las jarchas eran de autor
anónimo, solía añadir- muy serio- “bueno, últimamente parece
que se ha descubierto que podría ser su autor “Cojonzor”, uno de
los hermanos de Almanzor, pero no está probado.
Los
chavales se descosían de risa.
Al
curso siguiente, otro profesor de Lengua fue directo a dirección a
quejarse de mis clases ( varios alumnos, cuando habló de las
jarchas, nombraron a Cojonzor como cita de autoridad, los muy
cabrones).
Sin
embargo, ninguno de esos alumnos han olvidado dos cosas, qué son las
jarchas, y que Almanzor tenía un hermano.
Es
un burdo ejemplo. Experimentaron una emoción inesperada, rieron, y
esa emoción entró en contacto directo con la literatura a través
de una realidad física.
Todos,
yo por lo menos, podríamos citar ese profesor que olía muy mal, o
muy bien, o esa profesora que era divertida, o aquella que un día se
le escapó un pedo escribiendo en el “encerado”, que dicen los
cursis. Podríamos poner cientos de ejemplos de personas que se han
quedado grabadas en nuestra memoria porque, sea de una manera o de
otra , nos han creado emociones.
Sin
emociones pocas cosas importan realmente: el interés, el goce, la
sorpresa, la pena, el miedo , la ira, la vergüenza...comunican y
dejan su impronta para siempre.
Sucede
también en lo psicológico, cuando sentimos algo que nos desagrada, el disgusto provoca que escupamos o que vomitemos.
Potamos de asco. Cuando leo los comentarios de según quién me
producen el mismo efecto: asco, repugnancia, arcadas. Ayer, uno, que insiste en insultar con tonterías que no le serán publicadas...la última es que soy un ciego que guía otros ciegos (¡y lo escribe él, que me lee- ése sí, ciego, pero de odio- a diario desde hace seis años!).
¿Pero no dijo el tal Tomás que se iba al blog de La Viperina porque allí sí había libertad de expresión?
ResponderEliminarHaces bien en no permitirle la entrada.Yo creo que ni en su casa lo aguantan.
Lola (Cádiz)
Si, yo también pienso que el tal Tomás esta amargado. No es feliz el pobre. Las personas felices y satisfechas no van por la vida en ese plan. Ni muchísimo menos...
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Oye, Barullo! ¿Y no estará enamorado, secretamente, de ti?
ResponderEliminarPorque esta persecución es obsesión pura y dura. ..
¡O a lo mejor es un encarguito que le han hecho los del Betis balompié, no me extrañaría nada!
Lo importante es que aquí estas, con frescura, cada mañana... ¡Que gozada! ¡Muchas gracias! Y un abrazo bien fuerte!!!
"Como había pasado al lado de las grandes cosas sin profundizar en ellas, sin distinguirlas a veces, apenas había conservado de los años en que había vivido, y que por lo demás describía con mucha justeza y ángel, otra cosa que lo más frívolo que esos años habían ofrecido"
ResponderEliminarMarcel Proust, "El mundo de Guermantes"
En busca del tiempo perdido 3.
Alianza Editorial pág. 245