Se preguntaba Maeztu si había algo más hermoso que una catedral , y contestaba," sí, las ruinas de una catedral".
Ayer fui a un monasterio abandonado
Es preciso perderse para empezar a escuchar.
Es preciso buscar el silencio en la escucha y en la mirada para descubrir las formas del silencio. Eso se percibe en este monasterio abandonado.
El silencio se escribe, se ofrece a la escucha. En la música- ¡ y anda que no hay música en estas ruinas!- el silencio es figura y a cada nota escrita le sigue su recíproca figura silenciosa, la figura de pausa. Una figura que mide el silencio.
Ese silencio se rompe por la crotora de la cigüeña, similar al sonido de las carracas de semana santa.
Vale la pena perderse en en estos rincones perdidos, memoria del tiempo.
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