Me escribe una cajera de supermercado complementando la entrada de hace unos días que se titulaba "No hemos cambiado nada".
"Muy divertido y guasón su artículo de ayer , pero tendría que ver usted lo que tenemos que ver,oír, sufrir de clientes y jefes. Lo raro es que no caigamos desvariadas y despatarradas por la caja como Charlot en la cadena de montaje.
Allá van unos ejemplos de nuestra calidad de vida:
Clientes que hablan por el móvil mientras pasa la compra , le preguntas algo de la misma y te mira con cara de "¡venga, coño, joder!".
Cliente que vienen con un producto de la estantería y dice, con cara preconstitucional, que está de oferta cuando el que en realidad está, es el producto de la balda de abajo.
Tener la caja cerrada y que los clientes empiecen a poner la mercancía sobre la cinta... Decirles que no hay servicio y marchen como los dibujos animados de Mortadelo y Filemón, echando gusanos, serpientes y sapos por la boca.
Clientes que vienen con el producto abierto (y probado) y lo quieren descambiar porque prefieren la otra variedad ya que les gusta mucho más.
Clientes que juran que te han dado un billete de más valor del que realmente te dieron, te tachan de tonta , y al ver que se han equivocado ni una disculpa.
Listillo que viene la hora de cerrar con un billete de 500 y pide cambio.
Cliente que golpea el mostrador con una moneda mientras esperas tu turno.Indirecta que hace que todavía vaya más lenta,por cierto.
Cambiar de centro de trabajo y comprobar que una clienta que iba a última hora en mi anterior establecimiento lo haga también en el nuevo.
Cambiar de centro de trabajo y descubrir que una de las clientas más japutas, con perdón, y que venían siempre a última hora es ahora compañera tuya.
Clientes a los que tienes que anular toda la compra porque encuentran un vale de descuento siglo y medio después de pagar.
Si no me vas a dar el céntimo de vuelta, no le pongas de precio 9,99 €.
Clientes que desde la puerta de entrada piden a voces traerles una barra de pan y cobrársela porque no puede pasar con el perro.
Pedir a una señora la tarjeta cliente y que te dé el carnet de la biblioteca del pueblo.
Clientes que te van con todas las monedas de céntimo que encuentran por casa y te dicen: si a vosotras os vienen muy bien!
Clientes q te dicen: que a gustito se está aquí con el aire acondicionado.
Y no sigo...
Por cierto, muchos son señores de traje y corbata.

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