viernes, 3 de mayo de 2019

UN DESPIDO.

Fue en X. 

Allí , en el colegio  Z, me inicié en la dirección como jefe de la ESO, que en aquel año se estrenaba en España.

Uno de los nuevos profesores andaba un pelín desorientado . Alguien le había dicho que el colegio era de la  opus, y el hombre se había hecho un sidral importante confundiendo modales con religión, ascética, con amor y socorrismo.

Se le escapaba un taco y decía "¡uy, perdón, perdón!"

A final de curso nos comunicaron que tendríamos nuevo director. Y corrió la especie de que venía a cortar cabezas. Nuestro hombre estaba espantado con la idea de verse en la calle, sin empleo, recién casado, esperando una criatura, y su mujer en el paro.

Durante el último mes de curso se volvió piadoso, devoto, creyente místico sunserround. Visitaba al Santísimo , sus genuflexiones eran conmovedoramente pausadas, las inclinaciones de cabeza tocaban la frente el suelo.

Y llegó el primer día de curso. Se presentó el director, y nos comentó que llamaría uno a uno a todos a su despacho para conocernos y charlar.

Nuestro amigo redobló sus ejercicios espirituales. La incertidumbre le reconcomía.

Una mañana , estaba hablando con él en mi despacho y llaman a la puerta:

-Le llama el director, don fulano.

Un barniz de tipex cubrió la cara del pío profesor.

Una hora después entra en mi despacho. Yo estaba reunido con dos profesores más. 

Y sin decir nada, sollozando, me abraza con fuerza. Yo, perplejo, le abrazo también con más fuerza y , contagiado por tanta efusión, prorrumpo en lágrimas incontenibles. Seguimos un buen rato abrazados entre pucheros. 

Los dos profesores que estaban conmigo, se incorporan al abrazo , nos rodean a los dos y nos dan palmadas de consuelo en los hombros. Uno de ellos, ignoro la razón, me soba la nuca . Los cuatro jipando , en melé solidaria y lacrimosa, nos estamos allí llorando a moco tendido. 

- No te preocupes- le digo- cuenta conmigo. Te echaré una mano.

- Pero si...si...no me han despedido.

- ¡Cómo!,¿que no te han despedido?

- No.

- ¿Y por qué cojones lloras?.

- De alegría- contesta secándose los ojos con los puños de la camisa... 









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