Hoy es uno de mayo.
Parece que por fin ha llegado la primavera de verdad. Pasean las parejas y se dicen que se aman .
Hoy el periódico trae noticias de políticos imbecilizados , pero las nubes llevan ráfagas de estorninos. Bajo los platano los mendigos piden en la entrada del Froiz y en los balcones hay ancianos con bata de felpa y zapatillas de lona plantados junto al balcón.
Camino por la ciudad pensando en ti y en mi.
A pesar de todo, el fabricante de este pastel ha ofrecido a los mortales un regalo a la altura de la omnipotencia.
Ha inoculado la vida con el azar y dentro de sus reglas de oro nunca descifradas los hombres se aman, blasfeman , se acuchillan, experimentan momentos de ternura, se adornan con borlas, mitras y gorras de plato, desempeñan el papel de víctimas o de verdugos, mueren de hambre y de indigestión.
He aquí el teatro.
En el templado corazón de la primavera hoy es un día cualquiera. ¿Qué personaje te ha tocado representar en esta tragicomedia?
Unos creen en la salvación, otros confían en arder en el infierno, algunos luchan por la inmortalidad, muchos apuestan por llegar al fin de semana y los más audaces sólo desean recalar como supervivientes de un naufragio en la bahía de la noche .
Ahora voy por el asfalto atravesando la escena y trato de componer la figura de un desesperado entre mendigos y gente. En la primera esquina una niña inmaculada me sonríe y a continuación un automovilista está a punto de atropellarme, una cajera me ofrece degustar pastas en una pastelería y un desconocido me cede gentilmente el paso.
Todo puede suceder a lo largo de una calle. Finjamos ser felices.
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