En los jesuítas de Zaragoza, en el colegio del Salvador, se hacía un álbum fotográfico de cada curso. Lo entregaban a todas las clases, y en él salían también señaladas nuestras direcciones.
¡Cómo me gustaba ojear esos retratos !
Ese amigo de la infancia que jugaba contigo a baloncesto al terminar el colegio , en el patio donde había dos enormes cipreses. Se me ha borrado su nombre , pero no su cara. O aquel otro, enclenque y enfermizo, Elola era su apellido, triste y afeminado , siempre en compañía de su padre.
Guardé tiempo una foto de una excursión a Riglos con el hermano Puy . Al fondo se ven los Mayos y tú en la fotografía estás riendo, abrazado en alegre camaradería a un grupo de Montañeros de santa María en la orilla de un río.
Aquellos días claros de la adolescencia , esa camada de los primeros amigotes desapareció muy pronto y hoy ignoras cómo se llamaban algunos , aunque hubo épocas entonces habría dado la vida por alguno de ellos.
En otra página del álbum de retratos eres un adolescente en una mañana de otoño en el parque montado en una bicicleta , entre varios compañeros de colegio que también sonríen. Uno de ellos se intentó suicidar y quedó maltrecho de por vida. Otro es sacerdote , "he llegado a ministro de Dios" , presume. De esa leva salieron tres curas.
Todos descubrimos el amor en medio de aquella bandada de niñas del Sagrado Corazón que iban con rebeca y falda plisada abrazando el cartapacio escolar contra los incipientes senos. La mía, enloquecí , se llamaba Matilde Muñoz Loriente.
Una tarde la esperé cerca de la plaza san Francisco. La vi llegar, morena, pelo largo, ojos tristísimos, de una belleza lánguida.
- Me gustas- le dije.
- Tú a mi no.
Y se acabó.
Después vino el sexo. Ir al Plata y al Oasis a ver tetas y culos con lentejuelas.
Sigues pasando hojas del álbum. Vestido de monaguillo, con quince años, y un alba blanca. Salgo con Pomarón y Pintre...¿Qué habrá sido de ellos? Le gustaba mucho Emerson , Lake and Palmer....
La tarde huele a brevedad húmeda y las cigüeñas regresan mientras tú vas pasando las hojas de un álbum cuyas imágenes son humo de la memoria. En él hay múltiples figuras evanescentes que un día quedaron atrás, si bien esos seres te regalaron por un momento parte de su alma sin pedirte nada.
El río de sus vidas los ha arrastrado a distintas playas, ninguno ha cumplido sus sueños, pero cada uno de ellos se cruzó en tu vida por azar y durante un tiempo te acompañó en la travesía de los placeres y las desdichas. Gracias a alguno descubriste una vocación que fue un espejismo, pero que te salvo de cruzar otros desiertos.
Al cerrar el álbum de fotos te das cuenta que todos los amigos que has tenido son el mismo. Su rostro está dentro de ti desde la infancia. A través de la existencia , cuando te has asomado a las aguas de tus afluentes , no has hecho sino reflejarte en sus ojos.
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