domingo, 6 de junio de 2021

EL CLAVILLO.

Lo   conocí en mi última etapa en sant Cugat. 


Se llama Antonio. Tiene cerca de 80 años y es un señor.  Hombre cabal, de una integridad sin artificio y ostentación. Es  cultísimo.o 


Nos conocimos en la barra de un bar donde él iba a tomar su cerveza, y yo mi vodka con naranja. Le conté mi vida, y el la suya.  Hombre de misa diaria que no escondía su condición de persona  de fe.


En ese bar se recogían  las ganaderías más variadas, en general gente sencilla, algo bebida, otros solitarios que resuelven crucigramas a gritos, algunos que ven el programa " ¡ahora caigo!"  y toman la penúltima. 

Alí los ostias, güendios, la  Virgen y todos los santos, van y vienen, como sobrevolando el ambiente. 


Excepto cuando está  Antonio. 


Hay días que nos sentábamos de tertulia y bromeamos, nos empuyamos. Un día Antonio salió a hacer un recado.  Quedamos cinco en la mesa.   Y uno comentó  " no sé qué tiene Don Antonio ( todos le llaman " don" ) que cuando está él no decimos "¡ güendiós!".e


Desconozco cuántos de la condición de este caballero frecuentan tugurios como él, pero tengo claro que este sí está en medio de la calle y que hace de clavillo de un abanico maravilloso donde está él. 


Será divertido ver en su funeral la cara de la gente cuando vea entrar en el Monasterio la tropa ésta a presentar sus respetos.


Por cierto,  y ya que estamos en ello, mi madre fue, es. ese clavillo que nos unió a todos. Justo es reconocerlo. 


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