En casa no hay televisión, así que resulta difícil emponzoñar el alma.
En las cosas del cuerpo cuando te metes cosas que le perjudican , reacciona con vómitos, diarreas, arcadas, pedorretas infatigables. En fin, nos ponemos malamente.
Pero eso no sucede si lo que nos metemos perjudica el espíritu. Nadie pota por ver ciertos programas que si fuesen papillas, o comida, andaría la gente como el chiste del farmaceútico y el laxante suministrado por error: ¡¡¡siga la mierda!!!
De todas formas, provocar , lo que se dice provocar, lo hacen pocos .Lo que hacen casi todos es buscar el aplauso fácil de su gente. Nunca muerden la mano que les da de comer : los dueños de esa cadena, el que los sigue en Twitter, Facebook. Que una cosa es decir gilipolleces , y otra jugarse las habas.
La culpa es tuya, que ves esa mierda que te saca de quicio. Si ves según qué programas sabes a qué ste expones. Si te pones ciego de comer esa basura, pues allá tú. Y no te vengas quejando. Para mi, dentro de lo legal, cada uno haga lo que le peta.
Lo importante es elegir bien lo que uno ve, más que criticar o controlar lo que ven otros . Cuando eres espectador de alguien sabes a lo que te expones cuando te da exactamente lo que esperas; aquello por lo que estás allí y no en otro lugar.
Conocí una familia que fueron invitados a asistir a Medjugorne, unas apariciones marianas que hay en Croacia. Al llegar mi amigo vio algo raro y preguntó qué era eso.
- Un endemoniado- contestaron.
- Pues me voy de aquí. Yo no quiero que mis hijas vean ni conozcan un mundo así de raro.Quiero una vida normal.
Y aprovechó para visitar ese maravilloso país.
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