Si en el año 2018 nos hubieran preguntado a cualquiera de nosotros: «Oye, ¿ cuál crees que es la probabilidad de vivir una pandemia global?». ¿Qué habríamos dicho? "¿ Pandemia global?, ¡ eso es de película. ¡ Vamos hombre! ¿Qué me estás contando? Ninguna".
Si ahora nos preguntan cuál es la probabilidad de que haya otra pandemia, la cosa cambia…Lo mismo con un apagón. "¿Un apagón global en toda España?, ¿ en el siglo XXI?, ¡ qué dices!
¿Pero por qué? Porque ahora lo podemos imaginar, nos pasó. Porque antes era una cosa para la cual no teníamos memoria.
Los expertos en marketing, los expertos en imagen pública, los expertos en política y en comunicación saben que repetir y machacar con una idea, con un concepto, con una frase, con una imagen, con un candidato, ayuda a que eso sea familiar en la cabeza de la gente. Esto nos pasa con las ideas también. Con este Gobierno es algo muy evidente. Las respuestas sincronizadas por un catecismo.
Una nueva idea, de entrada, no sé de quién es, no sé lo que es, pero cuando ya lo he visto mil veces y mi vida parece que continúa igual, pues bueno, asocio ya esas cualidades positivas a esa idea o a esa imagen.
Se hizo en una de esas universidades que se dedican a hacer experimentos chorras una prueba. Se trataba de salir a la calle con un mapa en la mano y le preguntaba a un notas cualquiera: "Oiga, disculpe, para ir a tal plaza?" . Y, cuando el baranda iba a responder, de repente, llegaban dos operarios de la construcción con una puerta y pasaban por en medio de las dos personas. Momento que aprovechaba el del mapa para cambiarse con otra persona también con el mismo mapa. Se trataba de saber si el preguntado se percataba del cambiazo. Que era otra persona. A veces, el cambiazo era de hombre a mujer.
Y la mitad de los cuestionados no se daba cuenta. Le explicaba "pues, tire por aquí, y luego por allá...". Eso mismo hacen los carteristas. Buscan atraer la atención, y lo mismo que te ponen un mapa delante, te sisan la cartera.
Nuestra atención es una de las cosas que tenemos muy limitada. Yo desde luego voy con el piloto automático muchas horas al día. A mi me pueden dar pol culo y creo que no me enteraría.
Una vez, en Barcelona, estaba paseando por las Ramblas y me asaltó un fulano diciendo que en el Hotel Tal- no recuerdo su nombre- se presentaba un no sé qué producto " y regalaban un reloj. " ¡ Coño, un reloj de gratis"- pensé. Y me dieron una turra de horas para darme una mierda de peluco. Cuando llegué todo emocionado con mi reloj a Monterols me cayó una bronca de 9, 5 en la escala de Ritchter
Y el tío que me echó la bronca me dijo:
- Joder, si un producto es gratuito, tú eres el producto.
Me sentó muy mal. Tuve la impresión de que me estaban llamando gilipollas.
Este es el motivo por el que los testigos "que han visto algo" son muy poco fiables en los juicios. Muchas sentencias injustas.
ResponderEliminarEl Arcipreste de Hita tiene razón cuando dice "de lo que oyeres nada creyeres; y de lo que vederes la mitad creyeres".
Pero ojo, que en tiempos del Arcipestre no existían aparatos para que oyeres mejor, ni gafas para que vederes bien.
EliminarNunca aprenderemos aquello de "nadie regala nada por nada". En el fondo siempre hay una razón por débil que parezca o parezca que no hay razón. Siempre.
ResponderEliminarPor cierto, la escala de Richter solo llega hasta 7.
Era una licencia.
EliminarLo imaginaba, la que te cayó sería de grado 7 en la escala de Richter y el resto, hasta llegar al 9,5, sería en la escala ML (Mala Leche) de tu hermano en la fe.
EliminarAnónimo 12:23, la bronca que le dieron a Susto sí fué un regalo, para formarle y educarle. Qué mejor regalo que ese.
EliminarHan pasado muchos años (décadas, de hecho) de esa bronca destemplada e histriónica, por lo que creo que ahora ya se puede desvelar quién fue al que se le hinchaba la vena mientras te caneaba bien caneado.
ResponderEliminarPor cierto, imagino que el peluco acabaría en la muñeca de algún compañero de promoción. Como mandan los cánones.
Pues a mí lo de corregir al prójimo a base de broncas no me parece muy inteligente. Es poco pedagógico. Además, dónde queda el cariño y la caridad? No lo entiendo.
ResponderEliminarEs demasiado fácil crear opinión; hay expertos que lo hacen muy bien. Trabajan con grandes números de personas, y un tanto por ciento acaban comprando tal o cual producto, que sin serlo se acaba considerando esencial, o asumiendo tal o cual tendencia política.
ResponderEliminarA otro nivel, hay quien lo hace con creencias religiosas o posiciones morales.
Cuanto menos capacidad crítica tenemos, más ovejas somos. Cuanta menos filosofía (no censurada) hemos estudiado, más moldeables somos. Quizá por eso la filosofía ha ido disminuyendo sus horas lectivas en favor de materias que empujan el barco de la productividad y del comercio, cuando no del odio.
Se exacerban los sentimientos más primitivos, el instinto territorial, la defensa de la tribu… Y con ello se apasiona a las masas que sienten que sus miedos, inseguridades, complejos… son superados con tal o cual opción, dejando en segundo, tercer o cuarto plano, al trasfondo racional o irracional que pueda tener dicha opción.
Lo lógico seria primero pensar; después opinar en función de lo que se ha pensado; y por último, y algunas veces, sentir, sentir pasión por lo que se defiende. Pero el ciudadano oveja primero siente, luego opina en función de lo que ha sentido, y casi nunca piensa; y si lo hace es para intentar justificar aunque no cuadre, con sofismas y falacias, lo que primero ha sentido y que ha originado su posición.
Hoy en día poca gente sabe lo que es una falacia; y ello lleva a encontrar racionalidad en afirmaciones que nacen puramente del buen sonido de una frase, sin más contenido lógico.
PRISCILIANO