VOLVER A EMPEZAR.

martes, 29 de julio de 2025

El domingo, por intentar hacer un selfi imposible, cayó mi móvil al río desde lo alto, y lo vi alejarse como la canción " tiré mi móvil al río para mirarlo como se hundía". No es la primera vez. Me sorprendió mi reacción. Dije " ¡ a tomar pol culo!". 

Ya estoy acostumbrado. He perdido muchos. Yo creo que mi últimas palabras antes de caer en el fondo sin final serán " ¡ a tomar pol culo!" .

Ayer fui a comprar otro. El de la telefonía me dijo " ¡cosas del verano!"

-  Nada de eso. Son cosas mías. Es de cuna, nada que ver con el verano.

Revisando el teléfono me avisa que me queda un 5% de espacio. Así que hice una de esas cosas que he hecho muchas veces en mi vida, que son marca de la casa: volver a empezar: cuando cambié de colegios y ciudades, cuando dejé la obra. Cuando se murió Manuela y marché a Guatemala con una bolsa de viaje, cuando regresé con otra bolsa de viaje, cuando me jubilé y vine a Galicia.

Eliminé todas las fotos, toda las copias de seguridad de watsap, correos antiguos...¡y a volver a empezar!

Los recuerdos sirven para lo que sirven. Hay que estar  desprendidos. 

Muchos intentan destacarse en algo, ser la persona que más sabe de Cine mudo, que recuerda más poesías , que más veces subió al  Monte Perdido que más sabe de la influencia de la piel de cabra en los tambores africanos en el siglo XII. Y algunos lo logran, pero son muy pocos. Para la mayoría de nosotros ese intento no nos hace personas únicas. Lo que te hace realmente una persona única es la combinación de cosas que hiciste, que viviste o que sabes. Una vez que recorriste suficientes trabajos, hobbies, relaciones, ese recorrido va a ser único y no hace falta haber sido el mejor en cada uno de esos pasos. Basta con haberlos hecho con entrega e ilusión. En esos cruces de caminos quizás ninguno  fuimos la mejor persona que podríamos haber hecho eso, pero si combinamos  las de dos, de tres, de cuatro o de cinco y van a ver que esa combinación nos hace realmente originales.

Resulta que tenía decenas de álbumes con miles de fotografías. ¡ Me chifla hacer fotos!   Durante gran parte de  mi vida he tomado cientos de paisajes- el rostro humano es el mejor- de lugares, de eventos.  Ayer me di cuenta de que  venía coleccionando piezas de un rompecabezas donde  esas piezas son lo que uno ha aprendido, son sus experiencias, son sus éxitos, sus fracasos, sus sueños, sus esperanzas, sus amistades, sus familiares, sus vínculos en general. 

El tema es qué hacer con todo eso, cómo hacemos para encajarlas. Y eso es lo que no quiero.

Me di cuenta que hay que no olvidar esas piezas para que estén disponibles cuando las necesitemos para armar algo, para enfrentar un desafío que tenemos o aprovechar una oportunidad que la vida nos puede presentar, o para ayudarnos a tomar una decisión. 

Ayer, mientras eliminaba las fotos me llamaron del Hospital. Tengo que hacer otra prueba. Es una  gammagrafía: una prueba diagnóstica de medicina nuclear que utiliza radiofármacos para obtener imágenes del funcionamiento y la estructura de órganos y tejidos internos del cuerpo.

Al colgar pensé que ese es mi nuevo álbum de fotos: las radiografías, PET, Broncoscopias, TACs...

A mi me gustan mucho los covers- esas versiones de canciones ya conocidas. Gente que asila la canción de la interpretación. Para mi no es un género menor. En el fondo, todos hacemos covers. Es muy difícil de inventar algo nuevo, nuevo. Incluso los grandes han empezando haciendo copias. 

Hay una frase que se dice mucho: "eso que estás diciendo, o cantando,  no es tuyo". "No, no lo inventé yo. Ni tú". 

En muchísimas cosas yo he querido parecerme a mucha gente. ¡Ya quisiera ser como mi padre, o como tanta gente que imito y no alcanzo a su  altura! No creo haber sido bueno en nada.

Ahora me toca un cover de un tema que siempre me apasionó. Pero esta vez es de verdad: el amor, el dolor, la enfermedad, la alegría, la vida.

Ahora me toca a mi. Y no creo me sirvan teorías del pasado.  Como el Gallo, el torero, cuando la locomotora decidió avisar con un fuerte silbido su llegada a la Estación de tren , al tiempo que exhalaba una potente nube de humo, con la fuerza que a lo largo del viaje le había faltado. Y en estas que el diestro habiéndose bajado de su vagón y ya en tierra, miró al tren y le espetó: “¡esos cojones en Despeñaperros!".

Pues eso. Uno ha estado muy acortezado por cosas del pasado. Uno tiene muchos filtros que no me han dejado ver bien el mundo,  a veces es bueno sacarse esos filtros para mirar con la mente de un niño de manera ingenua y enfrentarse a ese problema como si fuera la primera vez. Necesito  entender el problema de una manera fresca, nueva, hasta ingenua, porque eso me permite hacer las preguntas correctas que, de la otra manera, no haré.

No me engaño. Sé que necesitaré ayuda. En esto no estamos solos. Yo tampoco. Será cuando quiera, como quiera, donde quiera, pero con Él y con su Madre, María Santísima.





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15 comentarios

  1. Oiga, el título de la entrada corresponde al de la primera película española que ganó el Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Su director, Garci, es un gigante. Aquí se le respeta. Honor y gloria para uno de los elegidos del séptimo arte.

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  2. ¡deje de contaminar los ríos, por favor!

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  3. Llevo un rato con el dedo índice rondando el teclado del móvil. No se me ocurre nada: quería dar o consejicos o ánimos o contar algo sabroso, pero no, estoy un poco con los congojos que me aprietan el aliento. Hala a cascala, no digo nada y ya está, con quererlo decir me vale. Un abrazo.

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  4. También tiré un móvil al río hace años pero no era el mío, si no el de una hija. Se quedó sin móvil por seis meses y tan ricamente.
    A mi también me gustaría deshacerme de casi todo, aunque luego llega ese recuerdo de lo que hiciste tal día en tal año y te da así un gustirrinin de lo ideales que eran los enanos y de lo vivan que lo pasamos esas navidades, y de…
    El otro día le llevé a otra hija dos cajas de cosas que guardaba en casa, y decidimos que se quedaba con dos o tres y con las otras hicimos un funeral y entierro… muchos libros fueron donados y muchas otras cosas recicladas (en el cubo). Oye, y pa’lante.

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  5. En las tertulias de VT se pide dejar los celulares al entrar en un cesto y en silencio.

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  6. Cada vez más haters (que le gusta decir a Usted) y menos Sanyis por aquí.

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    1. Tanto leer, tanto leer y no sabe escribir.

      Es "va con los días" o "cambia con los días".

      "Va de días" son los que le deben quedar a Usted.

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    2. El comentario le ha salido un pelín forzado.
      Perdone que no le ría la gracia. Se me ha muerto un muy buen amigo, nos queríamos mucho,, se llamaba Gerardo, y no estoy muy fino.
      Ya perdonará.

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    3. Descanse en Paz

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  7. Aunque sé que es completamente irracional, a mí lo de desapegarme de ciertas cosas —libros, fotos, papeles varios que “algún día” podría necesitar— me resulta prácticamente imposible. Decir que me cuesta es poco: en realidad, no ocurre. Ese criterio de “no tener nada como propio”, que viví más o menos bien durante mis veinte años de militancia en el Betis, llevo ya casi treinta sin vivirlo.

    Lo curioso es que tengo clarísimo que me puedo morir cualquier día y que nada de todo esto me lo voy a poder llevar al otro mundo. Más aún: sospecho que a casi nadie, de los que se queden por aquí, le interesará lo más mínimo. Ni mis libros, ni la gran mayoría de fotos (millares, no exagero), ni esa carpeta que lleva años con la etiqueta de “importante”.

    Mi mujer y yo no hemos sido capaces de ayudarnos en este frente: somos dos hámsters melancólicos, girando con cierta dignidad en la rueda del apego, pero sin rumbo. A veces nos miramos con ternura y decimos: “Deberíamos empezar a tirar cosas”. Y acto seguido, guardamos otra más. Con cuidado, además.

    Y así seguimos, con la lucidez suficiente para saber que esto no tiene ningún sentido… pero no la fuerza necesaria para actuar en consecuencia. Apegados, sí, pero muy conscientes. No mejora gran cosa la situación, pero al menos queda dicho. Que no es poco, tratándose de hámsters.

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  8. Me has hecho pensar en algo que me ocurrió una vez en Madrid; una especie de pérdida absoluta que resultó ser un regalo del destino.
    Yo tenía 18 años y me uní a un grupo de personas de diferentes edades que viajaban a Madrid a un congreso. Íbamos un autocar entero desde Barcelona, y éramos todos adultos. Yo conocía a algunas de las personas que viajaban conmigo, pero no era amigo de nadie, ni siquiera compañero.
    Cuando acabó el congreso, el último día, quedaban 8 horas para ir a coger el autocar de regreso a Barcelona, y yo decidí mentalmente con que personas las iba a pasar, pero antes de decírselo y quedar con ellas, fui un momento al baño. Cuando regresé del baño, se había largado todo el mundo. Me había quedado solo en Madrid en una época en que no existían los móviles.
    No tenía manera humana de ponerme en contacto con nadie. Salí al Paseo de la Castellana y me impresionó mi soledad, mi abandono, y todas las horas que tenía por delante. A esa edad, nunca había experimentado aun, una soledad tan impuesta. Me sentía imbecil y pringado, prácticamente "como un idiota".
    Pues bien... A pesar del mal momento inicial, poco podía imaginar que me esperaban las 8 horas más maravillosas y especiales de mi vida hasta ese momento. Tenía Madrid a mis pies, dinero, y un montón de novelas leídas y de películas vividas, con rincones de Madrid representados en cada una de ellas que fui visitando uno tras otro.
    Puesto que no podía hablar con nadie, me empapé de todos los sonidos que inundaban el parque del Retiro. Me fijé en cada persona con quien me cruzaba, escuché conversaciones que me ilustraron sobre un montón de vidas anónimas para mi. Me encontré con un tipo que viajaba en el metro con un cactus envuelto en plástico, y no era una cámara oculta.
    Y hubo más, pero no sé como explicarlo.
    Hubo momentos en que lloré de felicidad. Sonaban en mi interior las canciones de Antonio Vega, de Enrique Urquijo.
    Vi a muchas chicas hermosas e imaginé sus historias y me deleité con su forma de vestir. En esa época me miraban las chicas, y alguna me sonreía. Ahora sólo me mira mi mujer, y porque me quiere. Parece increible que eso me ocurriera alguna vez a mi.
    Se me hizo corto. Me faltó tiempo. Me prometí repetir ese "dulce" inesperado de soledad sabrosa en el cual me sumergí en todas las películas de mi infancia y adolescencia, convirtiéndome en un personaje más.
    Al llegar al autocar, tras las ocho horas, no supe explicar a nadie la experiencia maravillosa que había vivido sin hacer nada más que dejarme llevar por mi alma.
    Todavía ahora me emociono al recordarlo.
    PRISCILIANO

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    1. Fantástico!!!

      ¿ Quién no se ha sentido así?
      Tiene usted mucha suerte, amigo.

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    2. ¡Muy bien Pisci!
      ¡Cojonudo!

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    3. Es que Madrid es mucho Madrid… a mi me gusta mucho salir de incógnito sin rumbo fijo especialmente en la primavera de Madrid.Y mirar hacia arriba donde los edificios son más bonitos , y oler las pastelerías en la calle Velázquez, y pasar por la puerta del corte inglés y recibir una bocanada de aire frío… escuchar a los jóvenes y su jerga, y a los viejos y sus cosas, señoras bien arregladas para ir al supermercado, vecinos saludándose y dándose recados…. Pensar que esa persona sentada en el bus tiene una historia con el, y que es amado por alguien…. Es maravilloso.

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