EL TRAPO ROJO.

martes, 19 de agosto de 2025

Recibí un correo que no esperaba. Me dejó muy tocado. Es de un buen amigo, viejo lector del Barullo. Escribía sus recuerdos, maravillosos, muy entrañables, de hace muchos años. Y hacía mención a su enfermedad- un cáncer - y a conversaciones que tuvimos antes de mi marcha a Guatemala. Todo lo narraba como si estuviésemos tomando una cerveza, tan panchos.


En fin, leyendo comencé a notar como si se me hubiera metido algo en el ojo, y  me eché a llorar. Me parece que a él también se le metió algo en el ojo.


Le contesté: 


"Muchas gracias por el correo: intenso, jugoso, profundo, emocionante. No sé qué contestarte. Agradecerte todo lo que dices - ¡ son tantas cosas!, y lo que recuerdas. 


Poco después de aquella conversación he recibido muchos watsaps y algún correo de personas que saben de lo mío. Muchos son antiguos alumnos, o antiguos compañeros de profesión. Bastantes pertenecen a la obra. Y te dicen que rezan por ti y hacen consideraciones muy bonitas de su vida conmigo. Soy persona agradecida, tengo corazón. Y pienso que sé querer.


Pero , a veces, esas personas se pasan de frenada  y quieren visitarte, llegar hasta aquí y darte un abrazo. Y, ya lo siento, pero no. Basta con la oración. Tú allí, y yo aquí. Porque, además Suso hubo un tiempo que fue Sátur, el de opuslibros, o sea, alguien que- como me dijo uno con cargo y posición- " yo era " caza mayor·". Yo creo que para Dios todos somos "caza mayor". Quiero decir que afirmar eso es una gilipollez muy  grande.


A ojos de Jesús la señora anciana que echó una mierda de limosna en el Templo era "caza mayor". Esa sí. 


Me está sucedido lo de Charlot en la  película "Tiempos Modernos". Ve caer un trapo rojo que señala dónde acaba la carga de un camión, y queriendo ser un buen ciudadano corre tras el camionero para devolverle el trozo de tela roja.  Un camión con carga y sin trapo es un riesgo para el resto.


Obsesionado por correr tras el vehículo no advierte que una manifestación de trabajadores  ha girado por la esquina y sin quererlo está a la cabeza. Y lo que antes era un trapo ha cambiado de significado, ahora es una bandera roja, ahora lidera un grupo sin saberlo. Bueno, pues ahora tengo la impresión de que  tengo detrás un grupo de gente gritando "¡¡¡Sátur ha vuelto, Sátur ha vuelto, Sátur es de los nuestros, es Suso!!!". Y no me gusta. Porque, además, no es verdad.


Yo no quiero ser cabeza de nada. Estas cosas han sucedido así, y no las he provocado yo. Sigo  siendo el que soy  pero los trapos rojos han cambiado de significado, ahora me toca ser "ejemplar", y no sabes lo que me jode eso. Me mire por donde me mire no soy más que un pobre hombre, un payaso, con una bandera roja que me he encontrado sin querer.  Pero que no me líen.


Me quedo con mis amigos enfermos de siempre: Andrés, Josum, Santi...Muchas gracias por esos recuerdos, por el cariño, por vuestras oraciones.



4 comentarios

  1. Me identifico del todo con algo que dices: no quiero ser cabeza de nada, no quiero formar parte de nada, solamente estoy inscrita en un club de salsa y me costó mucho tiempo decidirme. Y pertenezco a la comunidad de propietarios porque no hay más remedio.
    Nos salvaremos solos
    Un abrazo
    Pétalos de rosa

    ResponderEliminar
  2. Lo mismo digo.
    Que corra el aire.
    McC

    ResponderEliminar
  3. Me has hecho pensar en algo que escribió Albino Luciani, citando a Mark Twain:
    "...todo adulto no contiene uno, sino tres hombres diferentes (...) En él está Juan I, es decir, el hombre que cree ser; está Juan II, el hombre que otros creen que es; y finalmente, Juan III, el hombre que realmente es."
    Es posible que esto nos ocurra siempre. Deciden quien somos o como somos, y, una vez nos han etiquetado, ni siquiera dudan del veredicto. Se pueden ofender o perturbar si se les hace evidente el error.
    Tampoco es exacto, a veces muy alejado de la realidad, lo que creemos ser; normalmente somos mucho peor de lo que pensamos, y a la vez mucho más amados por Dios de lo que suponemos. La mente, por selección natural, nos distorsiona la realidad de lo que somos, pintándonos mejores en todos los aspectos, para que no desistamos en el empeño de hacer de nuestra vida algo positivo para nuestra especie.
    Lo que somos, lo sabe Dios; y a ese concepto hemos de apelar cuando nos comunicamos con Él.
    Y vivir con humildad y en paz.
    PRISCILIANO

    ResponderEliminar

Anterior