La media de profesores de primaria que
he conocido de cerca son unos vagos de tomo y lomo.
Esta es la tesis que defiendo en la
entrada de hoy, y que paso a demostrar.
Me refiero a “ellos” y, aunque la
prueba que aporto habla de un colegio, he visto la misma actitud en
casas, campamentos, aceitera, aceitera.
Y de todo ello se deduce una conclusión
que nadie debe olvidar: los niños sólo recuerdan lo que les
interesa.
¿Quién no ha visto al típico
profesor que está aparentemente ocupado en su despacho leyendo el
Marca, o “corrigiendo exámenes”, (¡ardua labor en primaria!), o
en relajada tertulia comentando los avances psicomotrices de la Liga,
y llama al alumno que pasaba por allí.
Un niño de seis años con cara de eso:
de niño de seis años.
- ¡Ven aquí, Tino!: voy a darte un
encargo muy importante!
- ¡Dígame, profe!
- Es una misión que sólo tú
puedes hacer.
Tino aparenta hincharse de
satisfacción, pues se disponía a ir al patio, y el cojonazos de su
profe le envía a hacer una misión que él no realiza porque le
molesta.
- Verás, quiero que vayas a 3º B y
me traigas las gafas que dejé en un cajón de la mesa del profesor,
¿ok?
- ¡OK!
A continuación, le indica a Tino, no
sólo dónde está el aula de 3º B, , sino también en qué cajón
están las gafas , como si el chaval no conociera los pasillos de su
colegio.
Pero todo profesor de primaria sabe
que a los alumnos hay que darle las órdenes muy detalladas. No hay
que dar nada por sentado. Por ejemplo, distinguir la mano derecha
de la izquierda.
- Mira- le coge la mano- esta mano es
la derecha, ¿de acuerdo?
- Si usted lo dice, profe.
- Quiero que vayas al aula de 3º B,
que está en la parte derecha del pasillo. Fíjate bien. Ahora
cierra el puño, y sin abrir la mano, sales del despacho, vas por el
pasillo todo recto, y la primera puerta que te encuentras a la derecha, la de este puño, ¡esa es
la clase de 3º B!: ¿OK?.
- Vale.
- No abras el puño. Cuando entres
en el aula, debes de ir por al mismo lado hasta la mesa del
profesor. ¿No es divertido?
- Sí, profe.
- Y en la mesa donde está tu puño
cerrado están los cajones. En el primero de ellos están mis gafas.
- Ya, sí.
- ¿Entendido?
- Sí.
- A ver, repite lo que te he dicho,
Tino.
- Que vaya a la clase de 3º B y
mire...
- Con el puño cerrado, ¿sí?, eso
es importante.
- Con el puño cerrado, ¿vale?, ¡no te olvides!
- Con el puño cerrado...y que coja
las gafas del primer cajón de la mesa del profesor, y las traiga
aquí.
- ¡¡¡¡Positivoooo, campeón!!!
El profe vuelve a sus tareas
superimportantes.
Al cabo de un rato tiene la impresión
de que ha transcurrido demasiado tiempo desde que envió a Tino a
cumplir su encargo.
Y ve al chaval al fondo del pasillo.
- Tino, ¿no te había dado un
encargo?
- ¡Ah, sí!- reconoce: es que no
están allí.
- ¿Seguro?, ¿has mirado bien?
- Sí.
- ¿En 3º B?
- Sí.
- ¿Y llevabas el puño cerrado?
- Sí.
- Vuelve a ir, porque estoy seguro
que están en el primer cajón de esa clase.
Tiempo después vuelve presentarse el
niño.
- Nada: las he buscado, pero no
están.
- ¿Has mirado en los demás cajones
de la mesa?, a lo mejor no era el primero.
- No.
- ¡Ah, pues es eso!: mira en los
demás cajones, Tino, majo.
Minutos después, regresa la criatura.
- No están allí, profe.
Entonces el profe acompaña a Tino a
3º B. Los dos llevan cerrado el puño, porque es una experiencia
educativa que aprendió del proyecto Optimist.
Y, fíjate, oye, las gafas están en el
primer cajón de la mesa de 3ºB.
¡Qué cosas!
- Pero, Tino, ¿no te había dicho
que estaban aquí?
- Pues cuando yo vine no estaban
- ¿Miraste bien?
- Sí.
- ¿Y no estaban?
- No.
Cuando un profe ha pasado por tres
experiencias como éstas, descubre que los niños no son gilipollas,
y que sólo atienden lo que les interesa. Y que le vayan a tomar el
pelo a su padre.
Los padres también acostumbran a usar
la técnica pedagógica “puño cerrado”, en especial en finales
de Liga, de Champions, y fases eliminatorias del Mundial.
Al principio sospechan si su hijo
padecerá un tipo de dislexia, un síndrome de hiperactividad, o de disfunción acústica. O, lo que es peor, que piense “ este hijo me
ha salido tonto”.
No, amigo. El niño es listo, y está
pensando: mi padre es tan gilipollas como mi profe.
Hola Suso, hoy te he leido tarde pero me ha encantado, buenas noches
ResponderEliminar