lunes, 16 de junio de 2014

ENCARGOS SUPERIMPORTANTES.


La media de profesores de primaria que he conocido de cerca son unos vagos de tomo y lomo.

Esta es la tesis que defiendo en la entrada de hoy, y que paso a demostrar.

Me refiero a “ellos” y, aunque la prueba que aporto habla de un colegio, he visto la misma actitud en casas, campamentos, aceitera, aceitera.

Y de todo ello se deduce una conclusión que nadie debe olvidar: los niños sólo recuerdan lo que les interesa.

¿Quién no ha visto al típico profesor que está aparentemente ocupado en su despacho leyendo el Marca, o “corrigiendo exámenes”, (¡ardua labor en primaria!), o en relajada tertulia comentando los avances psicomotrices de la Liga, y llama al alumno que pasaba por allí.

Un niño de seis años con cara de eso: de niño de seis años.

- ¡Ven aquí, Tino!: voy a darte un encargo muy importante!

- ¡Dígame, profe!

- Es una misión que sólo tú puedes hacer.

Tino aparenta hincharse de satisfacción, pues se disponía a ir al patio, y el cojonazos de su profe le envía a hacer una misión que él no realiza porque le molesta.

- Verás, quiero que vayas a 3º B y me traigas las gafas que dejé en un cajón de la mesa del profesor, ¿ok?

- ¡OK!

A continuación, le indica a Tino, no sólo dónde está el aula de 3º B, , sino también en qué cajón están las gafas , como si el chaval no conociera los pasillos de su colegio.

Pero todo profesor de primaria sabe que a los alumnos hay que darle las órdenes muy detalladas. No hay que dar nada por sentado. Por ejemplo, distinguir la mano derecha de la izquierda.

- Mira- le coge la mano- esta mano es la derecha, ¿de acuerdo?

- Si usted lo dice, profe.

- Quiero que vayas al aula de 3º B, que está en la parte derecha del pasillo. Fíjate bien. Ahora cierra el puño, y sin abrir la mano, sales del despacho, vas por el pasillo todo recto, y la primera puerta que te encuentras a la derecha, la de este puño, ¡esa es la clase de 3º B!: ¿OK?.

- Vale.

- No abras el puño. Cuando entres en el aula, debes de ir por al mismo lado hasta la mesa del profesor. ¿No es divertido?

- Sí, profe.

- Y en la mesa donde está tu puño cerrado están los cajones. En el primero de ellos están mis gafas.

- Ya, sí.

- ¿Entendido?

- Sí.

- A ver, repite lo que te he dicho, Tino.

- Que vaya a la clase de 3º B y mire...

- Con el puño cerrado, ¿sí?, eso es importante.

- Con el puño cerrado, ¿vale?, ¡no te olvides!

- Con el puño cerrado...y que coja las gafas del primer cajón de la mesa del profesor, y las traiga aquí.

- ¡¡¡¡Positivoooo, campeón!!!

El profe vuelve a sus tareas superimportantes.

Al cabo de un rato tiene la impresión de que ha transcurrido demasiado tiempo desde que envió a Tino a cumplir su encargo.

Y ve al chaval al fondo del pasillo.

- Tino, ¿no te había dado un encargo?

- ¡Ah, sí!- reconoce: es que no están allí.

- ¿Seguro?, ¿has mirado bien?

- Sí.

- ¿En 3º B?

- Sí.

- ¿Y llevabas el puño cerrado?

- Sí.

- Vuelve a ir, porque estoy seguro que están en el primer cajón de esa clase.

Tiempo después vuelve presentarse el niño.

- Nada: las he buscado, pero no están.

- ¿Has mirado en los demás cajones de la mesa?, a lo mejor no era el primero.

- No.

- ¡Ah, pues es eso!: mira en los demás cajones, Tino, majo.

Minutos después, regresa la criatura.

- No están allí, profe.

Entonces el profe acompaña a Tino a 3º B. Los dos llevan cerrado el puño, porque es una experiencia educativa que aprendió del proyecto Optimist.

Y, fíjate, oye, las gafas están en el primer cajón de la mesa de 3ºB.

¡Qué cosas!

- Pero, Tino, ¿no te había dicho que estaban aquí?

- Pues cuando yo vine no estaban

- ¿Miraste bien?

- Sí.

- ¿Y no estaban?

- No.

Cuando un profe ha pasado por tres experiencias como éstas, descubre que los niños no son gilipollas, y que sólo atienden lo que les interesa. Y que le vayan  a tomar el pelo a su padre.

Los padres también acostumbran a usar la técnica pedagógica “puño cerrado”, en especial en finales de Liga, de Champions, y fases eliminatorias del Mundial.

Al principio sospechan si su hijo padecerá un tipo de dislexia, un síndrome de hiperactividad, o de disfunción  acústica. O, lo que es peor, que piense “ este hijo me ha salido tonto”.

No, amigo. El niño es listo, y está pensando: mi padre es tan gilipollas como mi profe.

1 comentario:

  1. Hola Suso, hoy te he leido tarde pero me ha encantado, buenas noches

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