Paseo un Bilbao al amanecer . En la Ría espectadores ávidos de atardeceres, unos sosos, otros sangrantes de belleza , están sentados , de regreso de una noche de excesos. Un trago a sorbos en las escaleras del Ayuntamiento . Y de fondo, el poderoso y vibrante pulso de esta ciudad.
Tengo un mar con poetas naufragados y la mayoría ha zozobrado describiendo la belleza de muchos amaneceres y atardeceres. Aunque no soy poeta, voy a tratar de salvarme , lo dijo Dostoweski, a través de la Belleza. Fotografío la vida que transcurre a mi alrededor: viejas desdentadas zurciendo a la puerta de una vieja casa, tenderos atendiendo niños con mocos, entierros, bodas y bautizos,
Después de atravesar el caldo gordo de la vida, cuando el día ya estaba entre dos luces, espero también el momento de cazar un buen amanecer , cosa nada fácil, puesto que hay luces sosas e inútiles y otras ensangrentadas .
Cuentan de Russiñol que subía a una pequeña montaña en Sitges a contemplar el atardecer , y dependiendo como fuese el espectáculo, se levantaba a aplaudir y gritaba "¡autor,autor, autor!"
Somos muchos los que abucheamos o aplaudimos los amaneceres como si fueran buenos o malos espectáculos.
Las golondrinas son seres imprescindibles de un buen amanecer . Hay decenas de ellas esta madrugada Existe también otro elemento esencial. La belleza de un amanecer es directamente proporcional a la cantidad de óxido de carbono que flota en el aire. Cuanta más contaminación, el oro del sol será más sólido y profundo al inicio del día .
Tenga la aurora dedos de rosa o sea la Ría un reflejo de color vino, la luz de calabaza, berenjena o melocotón estremece.
Busco el rayo verde en muchos lugares de mi vida. A veces lo he descubierto en la mirada de alguna mujer, o en el fondo de un Jack's Daniels, O, como esta madrugada feroz, en la Ría de Bilbao.
Salvación por la belleza y salvamento de la belleza
ResponderEliminarCon ese texto de Dostoievski que habla de la belleza salvadora, y que Juan Pablo II utilizó como título para uno de sus libros (sobre Juan Pablo II como dramaturgo habremos de hablar otro día) yo nunca había estado muy de acuerdo, pero ahora me doy cuenta de que eso se debía a que yo lo había entendido mal, como una especie de declaración de esteticismo. Hoy lo he entendido por primera vez leyendo esta entrada. Somos hombres mientras seguimos siendo capaces de percibir la belleza, porque es eso lo que nos diferencia de los animales, incluyendo tanto a los animales humanizados como a los hombres animalizados. Está muy de moda hablar de inteligencia animal, y quizá algún día los etólogos lograrán que un mono se comunique con un teclado de ordenador. ¿Pero podrá algún día un mono quedarse asombrado, y entresacar belleza de lo que a primera vista parece feo? No es que tengamos que salvar las cosas haciéndolas bellas o reconociéndolas como bellas. Lo que hay que salvar no son las cosas, sino la belleza misma, sobre todo de algo que es peor que la fealdad, y que es la vulgaridad: salvamento de la belleza. Y a través del salvamento de la belleza es como nosotros nos vemos salvados como hombres. Lo que nos salva no es la belleza misma, sino el salvamento de la belleza que nosotros hacemos.