En una tertulia escuché la sentencia de un hombre que acompañó durante años a un santo que hoy se venera en los altares:
- Para aguantar a un santo se necesitan dos santos.
Es verdad.
Los santos y héroes antiguos, además de realizar grandes sacrificios, tuvieron que soportar la incomprensión, el desprecio o la burla de sus contemporáneos. ...¿santos normales?: se cuentan con los dedos de la oreja.
Hoy los vemos sobre peanas esculpidos en bronce, escayola , en pedestales en plazas,iglesias, avenidas.
Hace unos días me habló un buen amigo , entre lágrimas, de la impresión que le dio ver a un viejo conocido frente a una estatua de Gaudí en la calle Manel Girona . Estaba rezándole , hablando en voz alta, sin importarle nada ni nadie los que por allí pasaban,que son multitud.
Lloraba de pena, porque le quería bien y sufría que le tomasen por loco.
Pero así fueron considerados los santos como Gaudí: locos, ingenuos o estúpidos. Un héroe o un santo es alguien que lleva la contraria. En medio de un ambiente de la burguesa holgazanería chascaban el látigo del rigor y la disciplina. Apocalípticos , anatemizaban el placer de la carne y profetizaban un futuro terrible.
Todos , más o menos, hacían lo mismo: cuando todo el mundo vivía del lujo y el exceso , se iban al desierto y ayunaban. Alguno , como Francisco, se presenta desnudo ante el poder:¡desnudo!, si eso no estar como una puta cabra...
Otras, que se sabían hermosas, se cortaban el pelo al cero.
No descubrieron tierras ignotas pero, en plena decadencia, navegaban mares desconocidos, descubrían tierras y realizaban hazañas imposibles.
Cuando alguien desprecia el poder y las vanidades del mundo se viste de esparto, y puede con todo.
En cambio hoy ser un héroe o santo consiste en todo lo contrario, en predicar el optimismo y la alegría de vivir como la única salvación personal. Ese es el gran cambio que ha traído el Papa Francisco. Eso es el Año de la Misericordia.
Esta solución también nos obliga a ira pie cambiado. En medio de la depresión de esta crisis, del miedo a perder las pensiones y esa calidad de vida de chichinabo , cuando todo parece venirse abajo, un santo, un líder de verdad, o un héroe, debería levantarse cada mañana y anunciar por radio, prensa y televisión la suerte inmensa que tenemos de estar vivos.
Lejos de flagelarse en público , el nuevo heroísmo consiste en repetir una y otra vez la consigna de que mañana saldrá el sol y que saldremos adelante, remontará la economía, y que el cambio comienza por ti.
El optimismo es hoy el distintivo de la santidad. Y cuanto más optimista nos parece, más gilipiollas. Cuanto más gilipollas, más santo.
Como es lógico, quien propugne este ingenuo entusiasmo será tomado por idiota. No importa. Pasarán estos tiempos y vendrán otros . El optimista de hoy, sin duda, habrá sido escarnecido, ultrajado y sacrificado.
Le levantarán un pedestal, o no. pero pasará a los libros de la historia de muchas biografías como aquel que estaba en el secreto de las pasiones humanas.
En un mundo con exceso de información una simple palabra, o una frase bien construída te puede salvar el trasero.
ResponderEliminarHaz la prueba, merece la pierna.
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