lunes, 27 de junio de 2016

UNA BODA

Estuve  en la  boda de mi sobrino .

Poco pude bailar,pero  atento estuve a  la vida  que vibraba  aquella tarde en el toldo , durante el  baile.

De noche un DJ  mezclaba   pasodobles , bachata, rumbas, y la  gente  , desaforada, vivía con alegría  contagiosa  la celebración.

La gente se  quiere,coño.

El padre de las novia tiene metástasis, y baila  exprimiendo el  jugo al  limón estrujado que le  queda de vida. 

- Si ne  dieran  un año, o dos de vida, aprovecharía   para  vivir  con más  intensidad el tiempo que me queda. Nos pasa  a  todos: la vida  se  nos escapa.

Si había alguien feliz en esa  fiesta era ese  hombre. ¡Qué  alegría, y qué paz!

 Voy al lavabo  y  escucho  el canto del cuclillo con una cadencia medida, como si marcara el compás. 

Todas  las  bodas son alegres , ruidosas, pero esta  más.La  gente está empeñada  en que  todo sea  perfecto, natural, festivo, desenfadado.   

No existe un paraíso sin un árbol prohibido, sin una vigilancia estricta de los placeres, sin la amenaza de expulsión. 

Sin embargo, este paraíso  no tiene  serpiente, ni manzana, ni  malos rollos.. Esta  gente  se  quiere mucho, y bien. Cada  uno  como es.

Bailan  enloquecidos, sin pudor. 

Comimos  casi  con la misma   liturgia de la Misa:  los  camareros son  oficiante litúrgico que impone mucho respeto; en medio de un plato enorme el manjar se te ofrece como una diminuta instalación imposible de descifrar. Una estrella Michelín, me susuurra  uno.

En la alta cocina los cocineros son teólogos y si son vascos, de una secta

Salgo  muy  tocado  de esta boda. Para bien.




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