Estuve en la boda de mi sobrino .
Poco pude bailar,pero atento estuve a la vida que vibraba aquella tarde en el toldo , durante el baile.
De noche un DJ mezclaba pasodobles , bachata, rumbas, y la gente , desaforada, vivía con alegría contagiosa la celebración.
La gente se quiere,coño.
El padre de las novia tiene metástasis, y baila exprimiendo el jugo al limón estrujado que le queda de vida.
- Si ne dieran un año, o dos de vida, aprovecharía para vivir con más intensidad el tiempo que me queda. Nos pasa a todos: la vida se nos escapa.
Si había alguien feliz en esa fiesta era ese hombre. ¡Qué alegría, y qué paz!
Voy al lavabo y escucho el canto del cuclillo con una cadencia medida, como si marcara el compás.
Todas las bodas son alegres , ruidosas, pero esta más.La gente está empeñada en que todo sea perfecto, natural, festivo, desenfadado.
No existe un paraíso sin un árbol prohibido, sin una vigilancia estricta de los placeres, sin la amenaza de expulsión.
Sin embargo, este paraíso no tiene serpiente, ni manzana, ni malos rollos.. Esta gente se quiere mucho, y bien. Cada uno como es.
Bailan enloquecidos, sin pudor.
Comimos casi con la misma liturgia de la Misa: los camareros son oficiante litúrgico que impone mucho respeto; en medio de un plato enorme el manjar se te ofrece como una diminuta instalación imposible de descifrar. Una estrella Michelín, me susuurra uno.
En la alta cocina los cocineros son teólogos y si son vascos, de una secta
Salgo muy tocado de esta boda. Para bien.
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