lunes, 26 de diciembre de 2016

CAMINO DE REGRESO

De una  manera  inconsciente  llevo  una larga temporada  regresando. No entiendo  qué está pasando. Parece  que ando poniéndome en paz conmigo mismo. Y  no  estoy haciendo  nada. A  veces pienso , me ronda  esa  idea  desde hace  meses, que voy  a un final sin cuentas  pendientes y asuntos de los que ya  pueda hablar  porque  está  todo  perdonado.  

Visito cada lunes  a un enfermo, Joaquín. Se muere. Me dice " ofreceré  mi agonía  por ti". Lloro . Su mirada, su respiración, me recuerda  mucho a Manuela.

Simultaneamente , desde hace meses,voy pidiendo perdón aquí  y allá. Este lunes  fui a ver a P...nos abrazamos, desembuché  la amargura que llevo años empantananda como pan de rana. Y salí  muy contento.¿Por qué fui a  verle?

¿Qué está pasando?. Siento  una  gracia tumbativa, algo  inexplicable, pero  muy fuerte. Como  una  ley de la gravedad que  me atrae al centro de algo  que  me hace  mucho  bien.,

Necesito  confesar  mis pecados. Pero no esos pecados  que  no  tienen  peso  ni medida. 

La celosía del confesionario está descolorida  por el aliento  de miles de  penitentes . Los pecados  que ese  hálito han exhalado durante años y años. Unos graves, otros veniales. Y sobre todo aquellos  de la vida pasada  que uno coloca allí al peso " y me arrepiento también de aquellos que no recuerde". 

Pero sí que me acuerdo. El odio, el rencor, la infidelidad , tantas  mentiras. El efecto corrosivo de la culpa  ha carcomido la  pintura  de esa  celosía hasta arañar  la madera. Por esa  rejilla han  pasado susurrando culebras, neuras de escrupulosos, escorpiones ponzoñosos, y un rosario de  vergüenzas  musitadas.

Recuerdo  mi primera  confesión. Un capuchino de largas barbas  me envió a lavarme las manos:" aquí saldrás limpio, pero debes entrar  también limpio",.

Muchas veces  pienso que alrededor de ese confesonario  hay demonios rabiando porque  pides perdón.Están muy cabreados  porque hay un hombre escuchando  esas  miserias en la oscuridad. Y ese hombre es  igual o peor que tú. Es peor. Porque muchas veces hace de la costumbre bostezo. ¡Joder!: está  llorando  por un adulterio, un robo corrupto, una grave injusticia, y lo despacha con la  displicencia de un funcionario!

Pero el penitente  puede equivocarse de cura, pero no de Jesucristo....¡qué importa!¿No curó al ciego con barro?

Voy a  confesarme.Espero en la cola. Delante de mi hay  dos penitentes. Una señora está susurrando sus faltas. ¿De qué puede confesarse esta mujer?: estoy convencido que el confesonario  tiene una apariencia desproporcionada  para los pecadotes que se confiesan: amagos de adulterio que no terminan en nada, deseos de venganzas, envidias  secretas, masturbaciones , miradas  impuras...¡qué desproporción!

Entro. Quisiera confesar lo peor de mi. Y lo hago. No he matado, pero quisiera hacerlo. Calumnio. Difamo. Soy un hipócrita. Me creo buena persona, pero ayer robé. Poco, pero sisé. Le  he dicho a  una mujer  que la quiero, pero es mentira. No la quiero. Estoy solo. Es eso. Voy predicando en un blog la sencillez y  el desprendimiento, pero  no es verdad. Me gusta vivir bien, me gusta  ganar  pasta.

No tengo altura  suficiente  para tanto confesionario.

La culpa, con su toxicidad, implica al menos que queda algo, un camino de vuelta  y nos mantiene unidos a los demás. Pero ¿qué pasa cuando hasta la culpa desaparece y no queda nada?. Me da mucha pena la gente  que  no se arrepiente de nada. Yo sí.

La culpa es el último asidero del amor, ya que puede transformarse en deuda y las deudas se pueden y deben pagar.


Al final digo la  fórmula:" tú lo sabes todo, tú sabes  que te quiero".

No se puede expresar mejor.
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ESPACIO RADICAL LIBRE: EL AVERNO

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