martes, 13 de diciembre de 2016

INSTALADOS EN EL DAÑO.

En los amores  hay  personas  que  se instalan en el daño. No son mala  gente. Y tampoco sé   qué  mecanismo interior se acciona para  que se  ponga en funcionamiento la mecánica fatal de  la perdición.

Tengo  recuerdos  de la adolescencia  y juventud ( y alguno hasta la madurez) muy turbios. Me hacía daño a  mi mismo sin entender  ni el por  qué, ni qué motivaba  esa manera  de hacer y presentarme ante  los  demás. Eran adicciones, o raíces  psicológicas enfermizas.

De la misma manera  que  con  la lengua acudía  una  y otra vez  a  la  pequeña herida  de  una  encía hasta  convertirla en llaga. O me  despellejaba  los dedos hasta sangrarlos  de  una  forma cruel  , sufriendo por el dolor, y porque esos pellejos en carne  viva  no podía mostrarlos en la vida  diaria. De esa misma  manera, digo, trataba a las personas.

O me   devoraba  las  uñas de un modo   patológico y  enfermizo.

Al final uno,  más  o menos, ha conseguido  encauzar  toda  esa  manera de ser.

Pero  he conocido quien  no  ha conseguido salir de esa  espiral enfermiza, arrastrando  con él, o con ella, a otras  personas . Es  posible que cada  uno por su lado  hubiese  conseguido ser más  feliz.O no. Porque algunos  llevan  la  negrura  con ellos.

¡ Cuánto cuesta  entenderte...y aceptarte!

3 comentarios:

  1. Algunos llevan la soga con la que se ahorcarán...
    La soga es la visión del mundo, el paradigma vital. El cuerpo es la piedra de toque: si el cuerpo está bien, el paradigma es el correcto (natura parenta vincitur). Si el cuerpo no está bien, debes cambiar el paradigma.
    Este es el problema: quizá el paradigma es lo único que puede dar sentido a tu vida. La libertad es un riesgo, a veces significa alejarte del entorno que, aparentemente, te protege.
    El mayor enemigo es el "idealismo", el fanatismo que se aferra unas ideas y ni siquiera es capaz de considerar que el mundo pueda ser de otra manera (llámese nacionalismo, religión mal entendida, socialismo, nazismo, fascismo...).

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  2. Desde mi perspectiva personal, que es muy personal, la "adicción al dolor" (fruto de nuestro propio carácter o experiencias e incluso educación/formación), está fundamentada tantas veces en aspirar con cierta ingenuidad a cosas muy buenas de la vida y en el camino ir dejándose dañar y haciendo daño, por no querer ver que eso no llega. A veces, incluso empezando esas situaciones por equivocar las coordenadas, pensando que eran las únicas buenas para llegar a un objetivo.

    Cuando interiormente, casi de manera inconsciente, estás empeñado en que algo ha de salir pase lo que pase, "por encima de tu cadáver", aguantas y te aguantas a ti mismo hasta límites insospechados. Claro que siempre surge algún escape, que tiene forma de error, del que luego hay que arrepentirse para volver a esa misma necesidad de dolor en la espera...

    El día que al fin decides desengancharte de una situación de esas características, te sientes peor y lo peor. Pero al pasar el tiempo vas asumiendo que era lo mejor que podías hacer y poco a poco ganas paz, en una situación , que de por sí , antes hubiera sido un gran fracaso.

    Esto es sólo mi humilde experiencia de la que aún estoy aprendiendo. Hace poco que me he separado. Es un "gran fracaso" y a la vez un gran descanso. Es lo que me toca aprender y aceptar ahora. Seguir cuidando de otros y volver a funcionar con la sana sencillez de evitar provocar o recibir daño. Creo que esta vez mejor no fijarse en ninguna coordenada y tratar de respetar y que te respeten... vivir, simplemente.

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  3. A veces nos instalamos en la maldad, y acabamos teniendo miedo de ser malos para los restos.
    Otras veces nos instalamos en la bondad, y tenemos miedo de pasar de buenos a tontos.
    Así que un día abres el Libro Sagrado y lees algo así como "ven a mí y no tengas miedo, colega ". Y caes en que el autor del texto no usa ni la palabra bueno ni malo.
    Tal vez la primera sería romper con el miedo.
    Y luego..., luego vivir.

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