Hemos ido a comer a Casa Arroyo . Es un restaurante que está en la plaza de Lavalen. Lo regenta Arroyito , un cocinero que vino a retirarse aquí con su mujer. El diminutivo le va que ni pintado. No es enano por algún centímetro. . Creo que ahora les llaman gente de crecimiento resringido. Aunque, bueno, si hay que decirlo todo, el comedor está adornado con carteles taurinos del Bombero Torero. Creo que "Arroyito" anduvo de joven con la troupe.
Alberto ha invitado a dos matrimonios. Uno de ellos nos dijo que el café fuese en su casa, muy cerca de allí. Es de esas personas que provoca el tema de la conversación llevando el ascua de la misma a su sardina. Pasé mala noche soñando la pesadilla del ahorcado.
El hombre es noruego. Una madurez , como la de su mujer, tostada e insultantemente saludable. Tiene una colección de muñecas rusas, que nos mostró satisfecho. Son centenares de juegos de todo tipo de manufacturas.
- La complejidad de las cosas, las cosas dentro de las cosas, es sencillamente fascinante.
Quizás él sea así. Encima se llama Olsen, que me parece de lo más típico. Ella, mirada vampiresa de colmillo salivar, responde por Agnetha . Cuanto más avanzaba la tertulia más me desconcierta la pasión de Olsen por sus muñecas rusas. Esthombre tiene una biografía difícil , está hecha de fragmentos, de historias que nunca se explican del todo. No hay forma de conocerle , de explicar su conducta, de tratar de conocerle , ni siquiera la de los seres más cercanos.
Poco a poco sabemos que Olsen ha estado aquí y allá. Se ha casado tres veces. Agnetha escucha en silencio. Los ojos son de un azul turquesa vivísimos. Intuyo que es tan bella como llena de dolor.
Tal vez toda la biografía de este hombre es una inmensa colección de muñecas rusas en su interior. Le hablo del fallecimiento de Manuela. También a él se le murió una hija. Este acontecimiento desgraciado marcará fatalmente a Olsen cuya vida se irá convirtiendo con el paso del tiempo en una sucesión de dolorosas pérdidas: la de la hija que ama, la de su madre, la de su hermano , que se apartará de su lado al crecer sin darle explicación alguna.
Todos tenemos historias parecidas en nuestras biografías. Olsen no cree en nada ( casi escribo "en nadie"). El dolor se extiende en silencio por su biografía como un virus que todo lo contamina. Olsen, y Agnetha no son culpables de nada.
Yo sí. A veces pienso "podía haber hecho esto así, o haber evitado aquello...".
Ollsen guarda sus horas en el interior de una muñeca, y busca otra. La vida de la mayoría de nosotros es un fracaso y no hemos hecho nada para merecerlo.
Lavalen es una comarca de Olsens y Agnetha. Gente que no quiere saber nada de su pasado, oscuro y luminoso a la vez. Como el tuyo y el mío. Buscan la luz y el clima de estas tierras. Y andan en silencio por la playa de diciembre. De ahí su aparente frialdad, su misteriosa belleza, ya que el silencio es el alma de lo bello. "Una fruta que se mira sin extender la mano, una desgracia que se acepta sin retroceder", así definió Simone Weil la belleza.
Aquí se viene a morir. Ya no quedan lágrimas, de todo lo que perdemos al vivir. Ese silencio doloroso que es ver cómo se separan los seres que se aman, incluso los que han vivido más cerca, los que han tenido unos vínculos más hondos.
Muchas veces me pregunto por qué las personas que se quieren se abandonan unas a otras y aquellos que todo lo hacían juntos se transforman de pronto en dos completos extraños y dejan de necesitarse. Y por qué hasta la memoria de la culpa puede morir. Ya que la culpa, con su toxicidad, implica al menos que queda algo, un camino de vuelta y nos mantiene unidos a los demás. Pero ¿qué pasa cuando hasta la culpa desaparece y no queda nada?
La culpa es el último asidero del amor, ya que puede transformarse en deuda y las deudas se pueden y deben pagar.
Ya veis: la entrada fue sobre el desamor.
Regresamos a casa y hablamos de esta extraña unión entre Olsen y Agnetha. . El amor nos engaña. El amor siempre anda prometiendo lo que no puede cumplir. Porque el amor nos hace creer que todo está unido, vivos y muertos, niños y adultos, animales y seres humanos, hombres y mujeres, sueño y realidad, pero eso no es cierto: el mundo solo es una colección de fragmentos imposibles de conciliar entre sí, partes sin un todo.
Yo pienso que en la vida todo consiste en relaciones. Los fragmentos existen como parte de una relación. Por eso nuestro amigo común se fue del Betis: no tenía ningún encargo, ningún vínculo ni relación. No existía para el Betis.
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