domingo, 3 de noviembre de 2019

FECHA DE CADUCIDAD.

Amores locos. Aventuras imposibles. Y, aunque lo que hacíamos estaba en la lista de los pecadotes mortales, no andábamos lejos de la adolescencia.

Esperando a escapar con ella. ¡ Qué historias!

Salir cerrando la puerta . Bajar las escaleras saltando de dos en dos…sabiendo que me estaba esperando en el interior de un coche , limpio y perfumado y escuchando  baladas de Roy Orbison. Sabía que estaría fumando un cigarrillo. Sabía que,  al verme lo apagaría en el cenicero, y que sus  ojos brillarían más que la pequeña brasa roja que acababa de caer desde tus dedos. 

Sabía que me diría que me quería con locura. Y yo le contestaría que también. Mucho. Que tomaría mi cara entre tus manos y me besaría. Y yo me dejaría.

Sabía que echaría a correr carretera adelante , entre campos infinitos de cereales, que iríamos por el camino  antiguo  hasta ese pinar donde no hay nadie por la noche, que nos sentaríamos en la entrada de la vieja ermita , que nos besaríamos, nos tocaríamos y nos diríamos no sé cuántas veces que nos queríamos.

Sabía que me diría que me prometería irnos muy lejos,  y yo le  diría  que sí, que vale…y era cierto. Sabía que me diría que un día iría a vivir a Barcelona, que lo dejaría todo y viviríamos juntos. Sabía que miraríamos la luna sobre esos campos de trigo e iríamos enumerando todos esos lugares a los que íbamos a viajar juntos. Sabía que mi corazón no podía latir más fuerte, que seguro podías escucharlo. Sabía que no podía quererte más.

Y todo era cierto, todo era real…tan real como que con esos años que teníamos, y con tu gente, y yo con la mía,  esos amores  tenían escrito en la tapa una  fecha de caducidad ,  y que nuestro amor tenía como fecha de caducidad el treinta y uno de agosto.



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