miércoles, 6 de noviembre de 2019

MI ALMA

De bien pequeño me anduve dando vueltas al sidral del "alma".

En los jesuítas me enseñaron que estábamos compuesto de alma y cuerpo. Eso me tenía muy inquieto. Confundía el alma con mi ángel de la guardia.

Mi padre cantaba eso de "te quiero con el alma, y el alma nunca se muere. Me gustaba querer así, con toda el alma. Sonaba, y suena, rotundo, oceánico.

De canijo pensaba que el alma era algo pequeño, un poco como algo vaporoso, transparente y un poco como las nubes de los Simpson. Que estaba flotando en una zona indeterminada de mi interior pero cerca del corazón. 

Pensaba  que, cuando me emocionaba y tenía ganas de llorar con esa sensación de cosa allá dentro que se agarraba al pech, que me ahogaba, era porque el alma crecía, y como que se inundaba por todo mi ser.

Eso me sucedía enamorado, o cuando me contaban historias de gente muy muy. También en el cine. O al cantar.

Así viví muchos años. Hasta que olvidé que tenía alma.


Fue esa época que viví una doble vida cínica, despreocupada, lejana, indiferente. Era la única forma de actuar de una manera y pensar de otra. De pensar poco y sentir mucho. Una época de muchas risas y poca seriedad. De malos rollos, de sentimientos que no sabía gestionar. De sonrisas sin saber por qué, de pensamientos y cabeza en las nubes, y el coprazón en el desvarío… como para pensar en aquella nubecita transparente y un poco azul que se supone que estaba flotando muy cerca del corazón.

Un día volví a sentirla en mi interior. Fue en aquél momento en el que, por primera vez, sentí la pérdida de alguien muy querido. La única persona que de verdad amé, o que me enseñó a amar, porque después de ella ya no he vuelto a ser el mismo. No...

Fue de noche. Llegué a casa. Y me encontré solo. Muy solo. La acabábamos de enterrar y todos esos días habían sido de un no parar. Y al llegar a esa habitación que habíamos compartido , ese vacío, esa sábanas, ese hueco infinito...y rompí a llorar de una forma oceánica, desgarradora, infinita

Y supe que se había roto, que se había quebrado por algún lado. Y supe que ya no era de ese color transparente y un poco azul del cielo de los Simpson. Y supe también que nunca volvería a ser el mismo.

Desde aquel momento noté de nuevo en mí eso que yo conocía como alma, aunque algo había cambiado.  

Ya no era esa nube pequeña, sino algo más grande porque ahora sé que mi alma tiene muchas cosas que sentir, tiene mucho más trabajo ahora que cuando era un chaval. Ahora siento, amo, me conmuevo, me rebelo, me enfado y amenazo.

Ahora  , a veces, no me deja respirar, me advierte, se hincha, se hace escuchar, se queda en silencio, se rompe en mayor o menor medida…pero siempre aguanta el temporal. 

Es fuerte, es la que nos hace fuertes, es también mi forma de rezar en lo escondido… es hermosa, es mi Alma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario