sábado, 2 de noviembre de 2019

DIFUNTOS

Me dices, "no crees que deberías olvidarla ya?"

Y me lo dices tú, que me enseñaste que hay un después, y que hay vida más allá de la vida. 

Quien me quiera vendrá conmigo, o sea, con todos los migos que he amado y he querido. Y no, no pienso olvidar a nadie.

Estos días de difuntos me voy  con la imaginación a esa lápida, a esos campos de Matilla. Me importa nada que me entiendas o no. 

Me siento en esa losa, sencilla , como eras tú. Porque fuimos nosotros los que hicimos pequeño nuestro mundo, lo hicimos para dos. Un mundo amable, alegre, divertido.  Un mundo en que muchas cosas que eran  obvias para muchos, fueron nuevas para nosotros. Un mundo maravilloso, en el que  empezamos a vivir nuevas situaciones, nuevas personas, nuevas etapas… Un mundo en el que hasta tú eres nueva. 

Sentado aquí  te miro y rezo. Y no me reconozco. Y aprovecho la situación para reinventarte de una forma en la que te gustas más. Y  después ya seguiré  adelante.

Pero en ese mundo pequeño nuestro cabía mucho. Tuvimos noches eternas, días de risas, momentos en los que pudimos parar el tiempo y hasta el espacio. Tuvimos besos que comenzaban con un roce de labios y terminaban en fuegos artificiales, caricias que se marcaban a fuego en la piel. Tuvimos minutos que eran horas y horas que eran días. Tuvimos complicidad, lealtad, tuvimos planes, rompimos otros, hicimos y deshicimos equipajes, vivimos y viajamos, conocimos y tuvimos que desconocer. 

Tuvimos ese hombro donde llorar en los malos momentos, esa mano que sujetaba la del otro cuando caía y daba fuerza en esos momentos en los que te pedía perdón y tú perdonabas con  esa sonrisa que hacía que se disiparan las nubes en nuestros días nublados.

Supimos estar.

Supimos ser.

Y eso se ve más claro ahora, cuando ha pasado tiempo. Cuando todo se posa. Cuando volvemos a ser nosotros. Tú en tu cielo, yo aquí, no sé dónde. 

Ahora, cuando somos capaces de tomar distancia, mirar hacia atrás y sonreír. 

 Sé que no volveré a estar contigo. No de esta forma.  Ahora nos valoramos. Ahora sabemos cómo somos. Pero hay que reconocerlo…

¡ Qué bien lo pasamos, Manuela, y cómo nos quisimos!



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