viernes, 15 de noviembre de 2019

UNA LECCIÓN.

Visitando gente con cáncer he aprendido que en la cadena trófica del dolor uno ocupa uno de los últimos lugares en el escalafón..
Está la víctima, muchas veces asustadas, intentando digerir ese palo. Están los familiares. Están los amigos. Están los médicos. Están las enfermeras...y al final está uno, que va a acompañar unas horas a la semana.
Uno de esos enfermos me dijo hace unos días que hasta que le diagnosticaron la enfermedad lo peor que le había sucedido en su vida había sido cuando un amigo de muchos años, un amigo del alma, había utilizado esa confianza para engañarle. O un familiar.
Ahora, con un cáncer , con metástasis, no parece que vaya a salir. "Ahora me preocupa como luchar contra esto, y como despedirme".
Antes de esa visita estaba muy contrariado con una pariente al que le presté un dinero y sé que no voy a recuperar. La palabra no es contrariado. La palabra es cabreado. Y también con un amigo que me miente cada fin de mes y tampoco cumple con la palabra dada.
Y al salir de charlar con este hombre pensé " ¡ joder, qué lección !. Estas cosas suceden en la vida. Hay que asumirlas y ya está. Porque hay que seguir". No eres la ustié que te pegas , eres lo que haces después de la iustié.. Y, en fin, esa deuda que no cobraré, o ese tío que me miente cada fin de mes y me retrasa un dinero, son temas menores. Muy menores.
Eso hace años lo debí aprender , pues viví y estuve muy cerca de esa cadena del dolor...pero, ¡ ay, se te olvida!


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