martes, 4 de febrero de 2020

ALMANAQUE

Enero.

En una  habitación en Lasierra  Purroy, en el barrio de Torrero,  estoy subido  en los hombros de mi padre . Está  haciendo  flexiones, expirando e  inspirando con fuerzas. Lleva  el pantalón del  pijama  y  una  camiseta
de  tirantes  blanca. El  sol  entra  por  las  rendijas de la  persiana.  Me  siento  seguro. Es  el  primer recuerdo del  poso  de mi  infancia.

 Febrero.

Por la Candelaria  voy  con  pantalones  cortos. Siento el frío en las  piernas.  Llego tiritando  a  clase. Me enamoro  platónicamente de la señorita Querubina. Dios  aún  no  me  da  miedo.

Marzo.

Despierta la savia de los árboles, apuntan las gemas, en el sexo del adolescente brotó también  un  algo atormentado, sucio, complicado,  y el amor de Matilde. Tengo  pavor de  un Dios  que puede matarme  en mitad  de  un pecado mortal  y  perecer  para siempre.

Abril 

Llovía tras los cristales y ese   chaval  soñaba historias maravillosas  de  amor, de heroísmo, de entrega total, de martirios.  En abril se producía el deshielo, cruzaban las aves el cielo, el sol encendía una colina y a continuación una nube la oscurecía, del mismo modo mi fe  aparecía   y  desaparecía. Un alma  de  juglar  y de  locura  fue  la  que  la   vida   me  impulsó   a  darlo todo  a  cambio  de nada. 

Los días de mayo fueron mis  18 años . Descubro   la peor  de  las  sexualidades, la  que huele a  pan  de rana  y  a  cosa  guarra. Cuando creía, como dijo el poeta, que había venido a este mundo a llevarme la vida por delante  y   me  veo  feo, enrarecido, muy  lejos de lo  que se  podía  esperar  de mi. 

En junio llegó  la  apariencia  completa  de madurez profesional  y  personal  . El  sepulcro  está  más blanqueado  que  nunca.

Agosto. Conozco a Manuela, ¡Todo a  la  mierda!. Vuelta  a  empezar. Luz. Alegría. Paz. 

Septiembre.   La primera decepción . Pedir perdón. La muerte de mi padre. Ganas de  intentar  ser mejor  de  lo que  pueda ser.

Octubre. Se  va  Manuela. Dolor. Soledad. ¿Qué será de mi?. Marcho a  Guatemala. Vivo  en el  desvarío. Dios no  me  da  miedo. La  Virgen de la  Gatera  reina en mi vida.

Noviembre. María José. Me engañan en la empresa, ¡ otra vez!. Entiendo que mi lugar en el mundo tiene nombre y apellidos. A veces vuelvo a tener miedo a ese Dios que me arrebató lo que más quería , cuando mejor estábamos...¿ y si me quedo otra vez solo?

Finalmente en diciembre el protagonista de este almanaque pensó: no  he  hecho  más  que  el gilipollas   intentando ir de  aquí  para allá buscando el amor, el aplauso.Uno poco a  poco  ha ido conociéndose y sabe lo fácil que es resultar herido, sobre todo si uno se empleó a fondo. Soy un desastre: me gusta contar la vida  de verdad, beber de verdad, besar de verdad, hablar de verdad, reírme  de verdad, cantar de verdad, llorar de verdad , enamorarme de verdad , y cuando pones tanto en todas esas cosas lo más normal es que salgas lleno de cicatrices.

Pero  recordé  las  espaldas  de  mi  padre, y  un niño subido  en esos hombros, ¡arriba  y  abajo!. Subí en esos  hombros   y   supe  todo  lo  que  tenía que saber. Sólo  tenía  que  quedarme allí.



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