lunes, 24 de febrero de 2020

SOBRE LA SUERTE Y ESAS COSAS.

No es un décimo premiado , el bingo, la maquinita del bar que va y te toca una lluvia de clin clin clin, ni una apuesta que gané. Ni encontrar una billetera por la calle , ver cruzar una estrella en el firmamento , cerrar los ojos y pedir un deseo, cruzar los dedos y contar hasta tres.

No es  la bola en la ruleta, la quiniela, o la bonoloto.



La suerte no está editada en cartones, en boletos ni en líneas No está en una casa de apuestas, en un bombo o en una lluvia de millones inesperada.

La suerte son personas; esas que has ido encontrando o te han encontrado de forma inesperada, maravillosa. Las que llegaron a tu vida y entraron con su llave, sin ganzúas. Esas que pasaban por allí  y se quedaron a vivir. Acamparon. Las que te mostraron la parte insospechadamente divina que desconocías de ti.

Esas que, pase lo que pase, siempre tienen un sí.

Las que abrieron las ventanas de par en par, airearon habitaciones para que entrara el sol y nunca más hubiera eco  en tu alma.

Y todo encaja. Y el paño de las caricias brilla la mirada. Y están aunque estén lejos, acarician sin tocar, parece que siempre estuvieron y saben ser además de estar.

La suerte son personas, son regalos sin envolver. Los que te quieren así, como eres, te respeta y te valora. No necesita preguntar porque las palabras sobran, quien entiende una mirada, un silencio, quien se queda a tu lado cuando tú mismo te estorbas. Cuando estás hasta los cojones de ti mismo.

Y sólo queda agradecer, cuidarlos y entender que eso es la suerte y no un número del euromillón.



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