miércoles, 2 de septiembre de 2020

LAS TRES AVEMARÍAS.

Decía Newman que «creer significa ser capaz de soportar dudas»

La primera duda de mi fe soy yo mismo. Parece que estoy mal hecho. No sé cuál es mi vocación, si existe ese concepto tan maravilloso y que llama a la plenitud de cada persona.

Dudo de Dios. Me dicen que nuestro esfuerzo es inútil si Dios no concurre. Mi esfuerzo es el de poner “buena voluntad”.

Charles Moeller, ese cura belga que con sus seis tomos sobre "Literatura del siglo XX y cristianismo" , que el que los ha leído los recordará siempre, comenta así un párrafo de una novela de Graham Greene donde su protagonista, Pinkie , se suicida:

«El hombre no llega nunca a hacerse tanto daño como quisiera. Esta zona profunda, esta materia tierna e infantil que forma el tejido más secreto de nuestro ser, esta infancia sepultada en nosotros, más allá del tiempo, ninguno de nuestros pecados puede destruirla por completo mientras exista un último fulgor de vida. Este santuario inmaculado es la imagen de Dios en nosotros; Pinkie sabe bien que es indestructible; es la piedra sagrada que ninguna desgracia, ningún cataclismo, ningún pecado puede arrancar por completo Este niño que sueña dentro de nosotros es el que la gracia trata continuamente de despertar al gran día de la claridad eterna»

Quiero regresar a mi infancia , que está aquí, en la sangre, en las llamadas que todavía recibo de mi madre o en los recuerdos de mis primeros años, que parecen abandonados en el cajón del olvido y aparecen de pronto, impensadamente, como un consuelo súbito o como un remordimiento bienhechor.

Aquella infancia sigue presente en mi miedo, en mis estúpidas faltas de astucia, en mis mentiras tontas, en esas imaginaciones ingenuas, en mis cobardías de hoy, en mis alegrías espontáneas.

A veces, en el recuerdo de una música o de un perfume que evoca sábanas nuevas de la niñez: las canciones de aquellos viajes en familia ,o el olor de esa cocina, o la colonia que usaba mi padre...

Acaso en las tres avemarías de cada noche que rezo como el niño que fui... 



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