jueves, 10 de septiembre de 2020

MIRADAS CERCANAS.

A veces , sin saber cómo, recuerdo  esa mirada de alguien que te quería bien. Esa mirada que no sé cómo llamar. Que  parecía  quererte de un modo que te impulsaba a lo mejor de ti mismo. Una mirada que te apreciaba, te valoraba, y que influyó tanto en uno.

La he visto en mi padre, en mi madre. ¡ Esa mirada que parecía presumir de ti! La he visto en profesores, en algunos alumnos, la he sentido en amigos, y también en el amor, aunque no es de amor de lo que se trata.

Intenta recordar aquellas maestras y maestros, y no tienen por qué ser solo los de la escuela, sino , por ejemplo,  ese familiar que te marcó. Intenta traer a la memoria a aquella persona que te causó una profunda influencia positiva en tu vida. Que de alguna manera te dieron alas, que  fueron un lugar seguro en un entorno en el que quizás, por los motivos que fueran, sufrías.

Si piensas   en esas personas que nos dieron alas, que nos dieron confianza, nos daremos cuenta de qué hablo cuando me refiero a  ese milagro de la mirada apreciativa.

Esa mirada no necesita palabras.

Hay personas que tienen muchísima formación  pero que son maleducadas, porque no tienen corazón. Y hay personas que no tuvieron el privilegio del acceso a una buena formación, pero que son extraordinarias.

Septiembre en Galicia  y recuerdo mientras escribo algunas de esas miradas. Ya no están aquí. Pero las siento muy muy cerca.

Voy susurrando sus nombres, como jaculatorias de un rosario particular y muy alegre. Es hora de dar gracias.






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