sábado, 17 de mayo de 2014

PHILOMENA: HAY QUE VERLA.




Recomiendo Philomena, la última película de Stephen Frears: de las que dejan huella.

Allí se habla del perdón, de la culpa, del amor, de la mentira.

Los primeros culpabilizadores suelen ser los padres, y algunos maestros y formadores varios. Philomena es fruto de esa educación: “Tienes que hacer esto”, “has de ver esto” .

Muy bien, “debo de hacer esto”, pero pregúntate si se puede hacer de otra manera, incluso no hacerlo. Si no te haces preguntas,con toda seguridad, terminarás sumergido en un mundo reglado, normativizado y lleno de obligaciones.

Y un día te sentirás asfixiado, con poco aire. La llama más ardiente se extingue encerrada en un vaso. Philomena, que es un alma buena, pasa cincuanta años de su vida avergonzada por las mentiras que sembraron en ella, hasta que dice se acabó, y busca la verdad.

Si un tipo impone a su mujer el modo de vestir, y le incomoda ciertas cosas de ella, o algunas formas que como que no le gustan, o se pone muy nervioso porque de vez en cuando sale con sus amigas y llega a las tantas, ese tío está culpabilizando a la que no es culpable. Culpable es él.

Podríamos poner ejemplos en viceversa de género.

Jugar a la culpa es como esos juegos de infancia donde se pasan la bola a toda velocidad hasta que deja de sonar la música y...¡te tocó!. En realidad todos somos culpables de muchas cosas , pero no somos culpables porque la bola te tocó...¡mala suerte,muchacho!

Es un juego inútil y perverso. Perverso porque de esas malas hierbas nacen después cosas como la rabia, el resentimiento, el remordimiento. Pero nunca el perdón. Por eso es perversa la culpa.

La culpa no es un sentimiento, sino una acción concreta cometida voluntariamente con ánimo de hacer daño a terceros. Me quedo con otra palabra “responsabilidad”: respondo de lo que hago.

La culpa hace esclavos, frustra, hace intolerantes consigo mismo y con los demás. Terminas pensando que la culpa siempre es de otros. Y eso es manipular. Ignoras tu propia responsabilidad cuando las cosas van mal, y también lo harás cuando las cosas vayan bien. Para una vida que tienes vivirla así no vale la pena.

Responder de tus actos te hará libre, honesto, podrás cambiar muchas cosas a tu alrededor.Te harás cargo de los riesgos, y serás criticado por los que emplean la culpa para manipular. Pero serás , de verdad, libre.

De eso trata Philomena. Película barullana de principio a fin.

2 comentarios:

  1. En la cadena de ADN, en la helice cincuenta y mucho mil, hay una molecula de carbono y oxigeno que forma un angulo medio grado mas abierta que las de su serie.
    Parece mentira, pero ese medio grado hace que sea completamente diferente que la del simio o el rinoceronte.
    Es la molecula libertaria, de la cadena barullana, codificada con los elementos comunes a sus compis, responsable ultima de que no te sientas culpable para los restos.
    Viene de serie y nadie deberia de alterar ni su composicion ni sus caracteristicas.
    En realidad viniste al mundo con ella, y cuando casques te la llevaras contigo.


    Tan intima y primigenia como tu instinto de supervivencia.
    Alguien la puso alli para que seas capaz de perdonar y de darte al projimo.

    El primero que se cruce con el ingeniero genetico que hizo tal virgueria, que le de las gracias al Creador.
    Lo bordo con hilos de oro.

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  2. Yo no he visto la película, todavía. Una distinción clásica es la de las "sociedades de la vergüenza" y "las sociedades de la culpa". En la primera predomina lo exterior, en la segunda lo interior (un ejemplo de sociedad de la vergüenza: los krausistas que siguen en el Betis, conociendo su situación los directores; o los curas pederastas que eran trasladados). La sociedad de la vergüenza impone unas normas asfixiantes que anulan la libertad (La Regenta; voy a Misa para que no me echen en falta). La culpa interioriza las normas, es superior; pero la conditio sine qua non es que debes ser tú mismo, responsable; te debe traer al pairo lo que los demás piensen de ti.
    "De nuestro bien o mal autores somos / y cada cual autor de sí" (José Martí)

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