domingo, 9 de abril de 2017

COMO SI FUESE UN MARCIANO.

Muchos de  nuestra   generación  sobrevivimos de milagro a  las  usties  de  padres , profesores  y  curas . Algunos de  mis  compañeros, los  internos  del colegio, nacieron en partos  de madres  que  les pilló  el crío trabajando. 

Crecimos bajo la amenaza del infierno y con unos miedos  que  te llevaban a rezar  un Señor  mío Jesucristo  mientras  mirabas  desnudarse a  la vecina del tercero.  Nos  hablaban de  aquel  muchacho que murió en pecado  mortal  porque la  noche anterior  se había masturbado.Dios  no  se  andaba  con chiquitas  con gente así. La eternidad  la  pintaban  muyyyyyyy  jodida  y  muyyyyyy  larga. Si era el Cielo, pues  vale, pero si era el infierno tenías  para ti solo un demonio  con trinchete  dándote vuelta  y vuelta  y, de vez  en cuando, te  pinchaba los testículos.

Pero entonces las puertas de las casas, incluso de noche, nunca estaban cerradas con llave. Dormíamos en colchones de lana apelmazada , que vareaba  la madre, y  sobre ellos soñaba  con ser  Jerry Lewis, o Louis de Founes. Veraneábamos  un mes  seguido,  bebíamos agua pura de la fuente, subíamos  al monte, hacíamos cabañas, en el trastero del la Fonda Vidaller leía  números  retrasados del  Reader's digest , y jugábamos todo el día en la calle haciendo el animal , hacíamos la guerra a pedradas contra la pandilla contraria y si volvías herido a casa nadie te regañaba.

La idea de que tu padre se enfrentara en tu defensa contra el  maestro, el párroco, al alcalde o el policía era impensable. Si te  cascaban  por algo habrá  sido. Nos bañábamos en la  misma  bañera con agua caliente una vez a la semana los cinco  hermanos . En COU   iba  en una bicicleta en cuyos radios colocaba  una carta de la baraja  para que sonara a motor. 

En verano  entrábamos sin llamar en casa de los amigotes .  Con ellos  nos iniciamos en el sexo  expiando parejas  en los  ríos, ocultos en los bojs,  y en las  fiestas   competíamos  en bailar  con la "Culo Royo",y  sentir la goma de su  sostén. También tuvimos  nuestra  caja de  gusanos de seda . 

Esta es  mi  generación .  Ahora desde la altura del tiempo contemplo el paso de la juventud algo desnortada sin adivinar hasta dónde llevará a este país tanto cabreo .

El pasado no parece servir de nada, y veo  en  un restaurante  a  un señor  como yo  que se se limita a contar a sus nietos estas lejanas y perdidas batallas....los  críos  le  miran  como  si  fuese  un marciano.

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ESPACIO RADICAL: EL MONSTRUO DE FRANKESTEIN.

1 comentario:

  1. Tras rastrear en el Museo Arqueológico Nacional la vida de nuestros ancestros, por fin he descubierto la verdad desnuda de nuestros orígenes.
    Lucy, nuestra abuelita común, fue la inventora del juego del pañuelo.
    En las excavaciones desarrolladas en 1956 en el nacimiento del Nilo, donde apareció el cráneo de la abuelita Lucy, aparecieron unos grabados en una cueva yesífera, muy bien conservados, de unos niños jugando al pañuelo.
    Se ve a un adulto levantar una especie de trapo o primigenio tejido ( no sintético, evidentemente ) y a dos grupos de infantes organizados en sendos equipos.
    El adulto grita: ¡ el doooooos !
    Y cual gacelas perseguida por una leona salen corriendo hacia el trapo dos infantes, uno de cada equipo.
    Al llegar al pañuelo, el ardid consiste en atrapar la enseña, y sin que te pille el contrincante, volver cagando virutas a tu equipo.
    El vencedor es recibido por la peña entre vítores y hojas de laureles.
    ...
    Lucy sabía que aquel juego era muy útil para aligerar de testosterona el ímpetu juvenil.
    Luego la Juventud baila se lanzaba al río para bañarse en pelotaris, y así limpiar su cuerpo y su alma de prejuicios e incómodos malos pensamientos.
    ...
    Más tarde, en la Edad de Bronce, se inventó el " churro, media manga, mangotero " en las riberas del río Sena.
    Pero te va a costar trabajo encontrar un catedrático que lo reconozca.
    La verdad desnuda de la Humanidad hay que leerla con mirada de niño.
    Y eso, amigo, te costará más de media vida conseguirlo.

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