A veces, Manuela , cuando te servía cualquier cosa, te decía : “Dime cuando paro”, o "ya me dirá basta". . Era fantástico. Y uno , si el plato era bueno, no lo decía. Quieto parao. Manu era muy buena cocinera. De llorar lagrimones eran sus gazpachos y las sopas de ajos.
Ayer madrugué para ir de excursión y con la intención de ver amanecer. Fue maravilloso. Daban ganas de aplaudir y gritar "autor!, ¡autor!. Se lució.
Me acordé muchísimo de ella, y estuve un buen rato de conversación . Tenía la impresión, algo más que una impresión, de que me escuchaba.
Recordé eso de "ya me dirás basta!. ¡Qué tía!. Me encantaba esa manera de ser. Porque siempre existe la posibilidad de que haya más: más sopas de ajo, más amor, besos, más caricias, más decirse tonterías, más cervezas, más películas, más de lo que sea. Más es mejor.
Hay mucho que decir sobre el vaso medio lleno y no decir "basta". Sobre saber decir cuando parar . Creo que es una línea borrosa, un barómetro de necesidad y deseo. Ayer, por ejemplo, durante la excursión, me hubiese estado calladito mientras Dios pintaba ese amanecer tan sobrecogedor. Parecía que Dios me miraba y decía "¿qué, paro, o quieres más?".
Estas cosas dependen por completo de cada un@ , y depende de lo que te estén sirviendo. A veces solo queremos probarlo , otras veces no hay suficiente, el vaso no tiene fondo y lo único que queremos es más, y más, y más...
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