Cuando nos sorprende una tormenta, todos vamos corriendo a buscar un cobijo.
El problema es cuando uno vive siempre en una tormenta, y sólo puede hacer dos cosas: o baila bajo la lluvia, o se queda allí empapado y cabreado de por vida. Eso les sucede a esos enfermos que nacieron con un graves deficiencias. Unos nacieron en familias que los aceptaron con amor,incluso viéndolos como un regalo, otros los rechazaron como un estorbo.
Una tormenta Ártica, moviéndose al sur, puede de repente colisionar con una tormenta tropical con camino al norte. Y cuando estas colisiones del clima tienen lugar, hace que la tormenta explote. La suma total es devastadora. También sucede en muchas biografías. Todas las galernas del mundo se ceban sobre ellos. ¿Quién se atreve a hablar de Dios Padre providente y amoroso ante esos desgraciados?
Me gusta pensar que el último grito de Jesús (dando un fuerte grito, expiró" ) fue así para que fuese escuchado. Es el eco de estos pobres que sufren en medio de la peor de las tormentas que sigue sonando en esos rostros idiotizados por la enfermedad, sordos por su incapacidad, locos que viven en el desvarío..
Durante miles de años, los navegantes han observado las estrellas para saber dónde están. Mientras el mar se mueve debajo de ellos, se sienten tranquilos con la presencia fija de la Estrella del Norte. Pero aquí en la Tierra, nada deja de moverse.
Para muchos de esos deshauciados, esa Estrella del Norte es Jesús en el Madero.
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ESPACIO RADICAL: LA RISA Y EL AMOR.
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