sábado, 1 de abril de 2017

LA VIDRIERA

Me  sucede  a  veces.

Cuando acaba el día, me gustaría  tener a alguien cerca. Sentir un cuerpo, un aliento abandonado al sueño, una  mirada a  milímetros de mis ojos.

También , en ocasiones,  guardo las distancias y fingo que no me preocupan los demás, que  me  gusta  vivir solo. No es más que una sarta de mentiras. Una comedia  que represento,pues es un papel  que represento  muy bien. 

Siento  una  envidia  inmensa   cuando  veo  esas  personas  que  han elegido la  buena  compañía  que quieren que estén cerca; y cuando les  ha  tocado  esa  lotería , se  quedan junto a  ellas  para  siempre. 

Aunque les hagamos daño. Porque es  inevitable hacerse  daño. No  importa. Ya  perdonaremos. Ya pediremos perdón. Si es amor, habrá  perdón. La gente que se queda contigo cuando el día llega a su fin, es la que merece la pena conservar. Aunque a veces cerca, es demasiado cerca. Porque , a veces, la invasión de tu espacio personal es lo que necesitas.

Cada una de tus alegrías, de tus pequeños actos de amor, incluso de tus ganas de portarte bien, es una figura de una vidriera. 

Nuestra muerte es el plomo que sujeta el conjunto.

Pero  mi vidrera, ¡ay!, ¡tiene  muchos  cristales  rotos!



2 comentarios:

  1. Es conocida la anécdota del niño que visitando una catedral con su madre le señaló las vidrieras pregunta que era eso, a lo que la madre le contestó que eran los Santos y Santas de Dios.
    Días más tarde en la escuela preguntaron que eran los Santos, a lo que el niño contestó que eran los que dejan pasar la luz a través de ellos.

    Pues si quitas los cristales no veas!!

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  2. ¡Gracias!: no conocía la anécdota.

    Es muy buena

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