El tiempo turbio y confuso arrasó mi corazón igual que durante una tempestad las aguas atraviesan el cauce seco de un arroyo y se llevan consigo coches mal aparcados, ramas, y algún cadáver.
Ahora, río abajo — un largo meandro sereno —,sólo tengo recuerdos de los ecos de aquellos días de furia y sin sentido , y la fragancia de tu imagen que flota en mi río , desgajada de aquellos días tan tremendos...y tan maravillosos.
Te diré una cosa, ramita que andas aquí , en este cauce que lleva mi nombre , no puedo olvidar aquel olor de tus cabellos, ni ese verde de tus ojos , la alegría y, sobre todo, la nacarada luz de tu sonrisa , donde brillan tus dientes
.
Así me dejaste un día de septiembre , y jamás volveré a verte , ni podré escuchar tu voz .
Un día, estoy seguro, volveremos estar juntos, de otra manera. Pero ahora, ¡qué remedio ! , ando como un grillo que se ha perdido en un campo de espigas cantando cri cri cri.
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ESPACIO RADICAL: EL GATO ATADO A LA PUERTA DE LA IGLESIA
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ESPACIO RADICAL: EL GATO ATADO A LA PUERTA DE LA IGLESIA
A veces pienso que la vida es una especie de tsunami, y que la gran ola viene y se lleva todo a diez kilómetros de distancia, en una maraña de cañas, barro, desorden y escombros.
ResponderEliminarAl cabo de unos días las aguas bajan y de entre los escombros salen unas cabecitas amoratadas por los golpes.
- ¿Qué tal Susete, cómo te va?
- Pues en estos precisos momentos no tengo ninguna gana de dar explicaciones, caballerete.
Por cierto, llevas barro hasta en el píloro.
- Ya ves, me creía el Rey del Mambo, y va a ser que no.
- Anda, guarda fuerzas, a ver si dentro de un rato gritamos y nos oye alguien.
- Vale tío.
...
Y resulta, que cada vez, me resultan más poética estas conversaciones.
Tal vez, porque son las que al final te dejan salir del barro y respirar un poquejo.