La experiencia de la soledad sólo se da un modo verdaderamente
profundo en la demencia y en el infierno, pero parece ser que también
puede lograrse una experiencia un tanto demencial y un tanto infernal
en bastantes parejas, hasta que llega la traición.
Entonces, el que recuerda reprocha al que olvida "¿qué has
hecho del pasado?, ¿qué ha sucedido con tus promesas primeras?".
Y puede suceder que la fidelidad del primero no valga mucho más
que la traición del segundo. ¿Quién no ha conocido esa mujer, o
ese marido, que comparte con su pareja lo mismo que el sabor del
caldo con la cuchara?
Sería el mismo egoísmo el que lleva al hombre maduro a aferrarse
a su joven amante, y el que mueve a ésta a romper. Para él ha
terminado la fiesta, mientras que ella no ha hecho más que empezar.
Él necesita eliminar el pasado, y sólo quiere la apariencia. Ella
busca otra cosa.
¡Ay, los Hollande's del mundo!
Pero ambos se encuentran en ese punto en el que se ama como se
come. Y, entonces, la traición de Hollande consiste en vomitar. Y la fidelidad
de Trierweiler en rumiar.
La rueda sigue...
Somos mayores. Y muy conscientes de lo que hacemos. O no. Pero la infidelidad empieza mucho antes, cuando uno pisotea el compromiso. En mi opinión hay infidelidades mucho más duras que están en la mente.
ResponderEliminarOtra cosa es esa necesidad enfermiza en mi opinión, defecto que se ha extendido tambien entre las mujeres, de pasear del brazo de quien te haga sentir más joven.
"Madonna tiene 54 y su novio 22. JL 43 y su novio 26. Si no tienes pareja no te preocupes, quizá aún no ha nacido" Pues eso......
¿Enfermiza? se llama JUVENTUD, FRESCURA, lozanía...
EliminarEntre un yoghourt y un petisuis... pues eso!!!
¡pero cómo está Madonna, hombre!
EliminarEn mi opinión es más cuestión de carácter que de principios. Yo me imagino que cuando Hollande iba a ver a su amiga, a escondidas, se avergonzaba de ello porque sabía que está mal. Probablemente hoy seguiría con la otra si no lo hubiesen pescado in fraganti: este señor concibe las relaciones humanas y de pareja como problemas "técnicos" o "políticos".
ResponderEliminarFruto de todo ello es que hayamos dejado de llamar las cosas por su nombre y se conviertan en juventud o frescura o la lozana andaluza. Nos distanciamos demasiado de nuestras propias acciones, como si fuesen ajenas. La fábula de Platón y el anillo de Giges, que hacía invisible a la persona que lo llevaba y podía cometer todos los crímenes, porque no se le podían imputar. Así iba disfrazado Hollande por las calles de París.
Por cierto, hoy han robado una de las tres reliquias con sangre que se conservan de Juan Pablo II. Me ha sorprendido que solo haya tres, porque de otros santos tenemos toneladas. Es la diferencia entre programarlo en vida y no programarlo en vida.
"Todos somos hombres de principios ,hasta que los perdemos", ha escrito uno que eliminé...
ResponderEliminarPues sí...pero , incluso "perdiendo los principios", se puede volver a encontrarlos.
Pero eso tú no lo entenderás nunca.
Principios, lo que entendemos en este foro por principios, no los tenía ni el uno ni la otra, creo yo. Se trataba de una relación de conveniencia. Vamos, si yo pillo a mi chico "repartiendo pizzas" como a un Hollande cualquiera... Le vacío un cargador entero entre ceja y ceja...
ResponderEliminar