miércoles, 8 de enero de 2014

UN BENDITO.


De vez en cuando la vida te da sorpresas. Conoces gente que piensas como es posible haya sobrevivido a la maldad del mundo.

De éste - en la serie que inicié hace años  sobre "caracteología de mis cruces de caminos"- puedo afirmar, y estoy convencido de ello, que jamás perdió la gracia del bautismo.

Me cruce en la vida con él siendo sacerdote ( sacerdote él, no yo, jolines, que es que hay que explicarlo todo).

Tenía algo de Monchín, el muñeco de Jose Luis Moreno: ojos grandes, muy abiertos, adornados de una mirada fija, de pupilas cristalinas, como disecadas , y una sonrisa permanente, de boca cerrada y mofletes bonachones. No era de charlar mucho. Sobre todo se fijaba y sonreía.

Parecía que se enteraba de las cosas, pero un día descubrí que no. La mayoría de la vida que veía, escuchaba, sufría o, simplemente, le pasaba, para él era cosa misteriosa. Suspendía el juicio.

Daba igual que estuviese despierto o dormido. Imagino que, como Monchín, en la cama dormía con los ojos abiertos y la sonrisa puesta de oreja a oreja. Despertaba, y se limpiaba los dientes con los ojos abiertos y la sonrisa puesta. Después, comía con los ojos abiertos y la sonrisa puesta. Entrabas en el oratorio y allí estaba, mirando el sagrario con los ojos abiertos y la sonrisa puesta.

Te confesabas con él, y te daba la absolución con los ojos abiertos y la sonrisa puesta.

Era un hombre recto. Hacia las cosas por obligación. Nunca sabías si de buena o de mala gana, jamás lo vi enfadado, ni entusiasmado por algo. Era lo que había que hacer. Ni una queja, ni una señal de disfrute, ni una mala cara, ni un resquicio para el desfase. Sólo los ojos abiertos, y la sonrisa puesta.

Este tipo de carácter podría ser cura, cisterciense, o lo que la vida dispusiera. Todo en él es certeza, voluntad de hierro. Si en lugar de entregarse en celibato apostólico se hubiese casado, sería igual: trabajo duro, y cumplimiento de las obligaciones conyugales: mínimo 20 hijos. Es lo que se supone que un hombre casado debe hacer.

No os confundáis: no estamos ante ningún asomo de sensualidad. Este cumpliría con el débito con los ojos abiertos y la sonrisa puesta.

Admiro gente que vive así. Es una vida con muy pocas complicaciones.

Una tarde me contó que, pocos años después de ser ordenado, comentó a sus superiores que había cosas de la sexualidad que no entendía. Su sencillez era pasmosa, y su sinceridad enternecía.

- Me enviaron a hablar con don X (omito el nombre del sacerdote que le iba asesorar en materia tan pegajosa)...¡¡¡y me dijo cada cochinadaaaaaaaaaaaaaaa!!!

Lo de “cochinada” lo acompañó de, además de los ojos abiertos y la sonrisa puesta, encogiendo los hombros como un niño, y moviendo la mano derecha de arriba abajo.

Aluciné. “Este tío no se pispa de nada”, pensé.

Habría que escuchar al consejero que, entre nosotros, era de un poligonero muy principal.

A mi me asombraba lo elemental de este hombre, lo lirondo que se mostraba, su inocencia afable: con los ojos abiertos, como vidriados, y la sonrisa monchil, tan inquietante.

Un día me coge a solas con el famoso “¿tienes un momento?”, y larga esta cándida perla.

-  Mira, es que contigo me sucede que no sé cuando hablas en serio, y cuando en broma. Porque es que yo no tengo nada de imaginación, y lo que me dicen me lo creo. Por eso te agradecería que me dijeras cuando hablas en serio, y cuando no.

Esto así, sin anestesia, y había dado en la clave de su naturaleza, en su esencia: no tenía imaginación. Poca gente es capaz de hilar tan fino.

- Mire-le contesté- el criterio podría ser: todo lo que diga en confesión, va en serio...lo demás...

Pero la mejor fue la tarde que me llama a solas a su despacho y me susurra...

- Creo que deberías aconsejar a fulano que debería poner fecha a su boda...

No penséis que lo sentenció preocupado, o nervioso, o azorado,¡nada de eso!, ¡si ya lo conocéis!: lo dijo con los ojos abiertos y la sonrisa puesta.

El fulano era un hombre soltero y piadoso, ennoviado hacía años de una soltera más piadosa, si cabe. Yo lo conocía bien, así que no cabía presumir que las prisas del cura fueran por un posible embarazo (fuera parte que no concebía que, de ser así, el tío se lo contara a este hombre).

Pero imaginé por donde iban los tiros...

- Oiga, acaba de patearse el sigilo sacramental.

- ¿Yo?- preguntó con los ojos abiertos y la sonrisa puesta.

- Sí, usted.

- ¿Y eso?- repreguntó con los ojos abiertos y la sonrisa puesta.

- Porque lo que usted sabe es por confesión , y el consejo que me ha dado para que se lo haga saber a fulano  viene, me temo, de esa fuente.

- ¿Tú crees?

- ¿Por qué si no deberían poner fecha a la boda si no es porque hacen... “cochinadas”?

Silencio expectante, perplejidad planetaria. Me miraba con los ojos abiertos, fijos, hialinos, vidriados. Sonreía con los labios prietos, comprimidos, como Stan Laurel...más silencio...parecía buscar si lo que le había dicho era o no razonable...

- ¡Vale, vale!...¡no he dicho nada!

Me recordó a un humorista de mi infancia que se llamaba Locomotoro ,que cuando metía la pata, decía “¡borra eso, borra eso!”.

Un bendito. 

De todas las personas que han intentado ayudarme a conocerme más y mejor, sin duda, ésta fue la que mejor me definió. Un día sentenció- imagino las vueltas que debió dar hasta encontrar el busilis de uno: "Suso, tú eres un destemplado".

10 comentarios:

  1. ¡Genial el recuerdo de Locomotoro!, "conductor de todo,menos del codo".Muy currada la entrada.
    Llorenç

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  2. De Locomotoro era también la famosa "¡que se me mueven los mofletes!".
    ¡Eso eran payasos de verdad!
    Cincuenta y tantos.

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  3. Locomotoro...... el Capitán Tan, Valentina....... mucho más que un humorista, una forma de entender la vida.

    ¿Sabes? creo que hoy todos van de enterados por la vida, saben todo y de todo y muy pronto. Me gusta la gente sencilla, no digo tonta, digo sin dobleces, más inocentes que pasados de rosca.

    Si, soy de las que no entiendo muchos chistes, no comprendo que un sacerdote haga ciertas preguntas a mi hijo (y no lo permito) y tantas cosas más.

    Un besazo

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  4. No son cochinadas, todo lo contrario ¿Qué pensaría este hombre de sus padres? Por lo que cuentas, parece que sea una especie de eunuco.
    La vida de un numerario es frecuentemente así: no se enteran, lo tienen todo hecho. Hasta hay tienda en Cavabianca para que no te tengas que desplazar. Si estuviese casado con veinte hijos ya verías que rápido se le apaga la sonrisa.

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  5. Hay tienda en Cavabianca? En serio? Alguien puede dar detalles?

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  6. Hay un encargado de comprar cosas en Roma (pasta de dientes, bolis, sellos -bueno, quizá ya no, por el email- folios.... no hay cerveza o chips, si te refieres a eso), se lleva a Cavabianca, se pone en un armarito y la gente se lleva los artículos y deja el dinero. Se va reponiendo. También hay una lista para que apuntes si necesitas algo que no suele haber, así cuando el encargado va a Roma te lo compra.
    Puedes pasar dos años en Cavabianca sin haber pisado Roma o la civilización. Fue un error construir eso en las afueras, pero el fundador desconfiaba mucho de todos y así los tenía a todos encerrados.
    Es todo perfecto. Cuando juegas un partido de fútbol en el campo de césped artificial te tienes que apuntar en una lista (dos equipos de once). Cuando llegas al vestuario tienes el uniforme completo (camiseta, pantalones y medias). Hay un arsenal de varios equipos, gente que lo ha conseguido como regalo (Universidad Católica de Chile, Atleti, Barsa, Chelsea... tú lo dices; el encargado -hay encargados para todo, es la parcela de la obra que tienes que sacar adelante- elige los uniformes). Te pones tu camiseta (bueno, los pantalones también) y saltas al campo. Incluso hay traje de portero (con guantes y rodilleras) y árbitro.

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    1. Lo del encargado de comprar me suena a semestre de Verano en Viaró con el típico folio donde se apuntaban los cartones de Ducados, Sellos, también pasta de dientes, etc y un ti+po acompañado del subdirector de turno iba a Sant Cucufate a comprar. Lo de Cavabianca me parece una exageración.

      Dios mío, que miedo da esto....

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  7. Jope, dan ganas de hacerse del Betis. Por lo del vesturio.
    Cambiando de tema; en el libro de Pedro Laín Entralgo , "Descargo de conciencia", Ed. Seix Barrall, Barcelona, 1.976, en la pág. 240 de la primera edición que es la que leo, narra la alucinante "entrevista" que tuvo en el Hotel Sabadell de Burgos con Jose María Escrivá allá por 1.938. . Buscadla porque no tiene despedicio. Y no creo que la "ortodoxia" opusina recoja este histórico testimonio en la biografía del "santo". Y comenta que "la santa osadía" -...que con tanto ahínco había de infundir luego entre sus seguidores, no era todavía un hábito de quien así - (este es el meollo, apunto yo) se acercaba".

    Y finaliza con Laín con este comentario: dicho para sí tras terminar la entrevista "Nadie que como hombre y como cristiano tenga una personalidad crítica firme, podrá seguir mucho tiempo el camino abierto por mi interlocutor de aquélla tarde; aunque la idea de armonizar el trabajo en el mundo con la vida religiosa sea igualmente encomiable y oportuna" ¿"Acerté?" (

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  8. Bueno, yo vuelvo a leer estos días el poema Contra Mí Mismo, de Gil de Biedma. Me parece genial.
    http://www.enmitg.com/izquierdo/literatura/literalengua/lekser/gildebiedma/gil1.html

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  9. Parece que la serie va de cuervos. A ver si aparece un capítulo dedicado a Pitchenawer, porque conozco a más de uno que seva a cebar.

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