martes, 4 de febrero de 2014

EL PERRO DE PAULOV.

Después de tanto darle vueltas, al final resulta que nada importa nada.

Desengáñate, este es tu lenitivo para los malos momentos: nada importa nada. Otros lo dijeron de otra forma, “nada te turbe, nada te espante”, por ejemplo.

Eso que tanto te aflige, te agobia , te preocupa, no es nada. Deja pasar un poco de tiempo y verás como se desactiva lo que parecía un problemón.

Muchos de nuestros cosquilleos en la conciencia son el peaje o la multa que pagas a una mala formación recibida. Eres la perra de Pavlov.

Pero sabes bien que no eres un animal domesticado, o lo deberías saber.

Pon toda esa porquería de comida que has comprado, o te han vendido, en la nevera de tu inteligencia, deja que pase el tiempo hasta que caduque, abre el frigorífico, y la tiras a la basura. 

3 comentarios:

  1. Debe ser lo mismo que piensa Rajoy, El Sereno.
    Dionisio

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  2. Al contrario que el perro de Paulov, nosotros siempre podemos suspender el juicio después de percibir las sensaciones. Hacer una pausa y respirar antes de que te embargue la emoción o empieces a salivar.
    Me recuerda al chiste de aquel que le deja tirado el coche en la madrugada. Ve una luz a lo lejos y se dirige hacia esa casa. En el camino rumía, que si me ayudarán, no me ayudarán, seguro que no, son unos cabrones, el mundo está fatal, no hay derecho... Cuando llega a la casa, llama, se abre un ventanuco y una vocecita responde ¿Quién es? A lo que nuestro hombre replica:
    HIJOOOS DE PUUUUUUUTAAAAAAA!!!!!!!
    Te iría a buscar al aeropuerto, pero no tengo coche.

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  3. Si, la verdad es que tenemos un disco duro descomunal, para lo bueno y para lo malo. Estaría bien poder resetear lo que sobrase...

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