Estaba pensando si escribo o no la
entrada de hoy, y me dije,”¡venga, va!, dentro vídeo!”, y la escribo.
Hay un tipo de vallisoletano que es
hombre adusto, refunfuñón, con cara agria, como si hubiese lamido
la escobilla del W.C. Para que lo entendáis los que no sois de aquí:
la pinta del expresidente Aznar.
Ya sé que no es de Valladolid, es madriletano, pero ya pilláis por donde va.
Fernández Díaz, que sí es de Pucela,
representa también ese tipo de carácter. Esa cara tétrica, ese
rictus de señor serio y como asqueado.
Y resulta que estaba el viernes en una cafetería
y me entraron ganas de ir a los servicios. Bueno, la verdad es que
entré en la cafetería para excusar ir al excusado, o retrete
(¡preciosa palabra!) y hacer “de cuerpo” (preciosa expresión!).
Abro una primera puerta de acceso al
jiñador de caballeros, y encuentro que está ocupado. Tengo aún
algo de fuerza en el esfínter, pero voy en reserva. Aquello aguanta
lo que aguanta. No soy un atleta.
La labor que está desarrollando el
anónimo propietario en el interior del obrador de repostería deja
en la atmósfera unos efluvios de una densidad pastosa , tanto al
olfato, como a la garganta. Es un gas mostaza casi casi grumoso.
No lo veo, pero ese hombre no puede
estar elaborando semejante trullo sentado. Sentado es imposible. Ese
hombre tiene que estar suspendido en el aire, con las manos apoyadas
a presión sobre las dos paredes, y pedaleando las piernas para
impulsarse. Si no es así, no lo entiendo.
La olora era tan espantosa que comencé
a tener arcadas sólo de pensar lo que me iba a encontrar al llegar
mi turno.
Encendí un cigarrillo para aliviar
algo la olora. No es Ambi Pur, o El Pato, pero algo es algo. Mientras
lo encendía me preguntaba “¿ dejará hueco para lo mío?”.
Se oye el canturreo de la
cisterna...se abre la puerta...y un señor de Valladolid se queda
mirándome con rostro...con rostro...de Valladolid. Ya sabéis: cejas
chocándose en la punta de la nariz, morros lapiceros, arruga pronunciada en el
entrecejo, pelos en las orejas, pequeñajo, y cabreado.
Y va, y me dice.
- Está prohibido fumar aquí.
¡¡¡Hay que echarle cojones!!!. Me
deja el tío apunuto de morir de asfixia, con una peste a Papeleras
de Navarra que no me voy a quitar en tres meses, con serios síntomas
de pólipos en las mucosas, y rinitis, ¡y me dice que está
prohibido fumar!
Tenía prisa por descargar la parte
alicuota que me correspondía, así que le contesté, “¡lo que
está prohibido es cagar con esa falta de educación!, y me encerré
a lo mío.
(Continuará)
El tema de hoy se circunscribe dentro de cierta rama de la poetica, apenas conocida al no ser publicada en las obras completas de D. Francisco de Quevedo.
ResponderEliminarNo obstante, encontramos constancia de su existencia en algunas retazos de las biografias redactadas en presidios, carceles o penales, donde algunos de nuestros mas insignes escritores del siglo de Oro, quienes mataron el tiempo de denegacion de su tan amada libertad, desarollando lo que se ha venido a denominar, poetica costumbrista.
Dejemos un retazo de dicha expresion poetica, para conocimiento de las generaciones venideras:
El este mundo traidor
De cagar nadie se escapa,
Caga el pobre,
Caga el rico.
Caga el obispo y el Papa.
¡Muy bien dicho!
ResponderEliminarEn Andalucía de dice: ¡ Quillo, tienes cara de estar oliendo mierda!
Ah! Y en los centros femeninos de la obra. Yo fui por algunos. De las directoras, de las que iban con ese rictus, esa cara, se decía que eran muy santas, que si el espíritu, patata tim, patatán...
ResponderEliminarEn estos casos yo me voy al baño de señoras (si no hay cola).
ResponderEliminarJoaquín Leguina ha escrito un libro “Historia de un despropósito. Zapatero, el gran organizador de derrotas” en el que cita a Martínez Pujalte: Un diputado del PP que, para más inri, ejercía entonces de látigo en el Congreso, me agarró por el hombro un día de 2005 en un pasillo del Congreso y me dijo: «El nuestro [Aznar] se volvió loco durante la segunda legislatura, pero el vuestro [Zapatero] estaba ya loco cuando lo elegisteis».
Uno tiembla pensando en cómo están los de ahora, y los que vengan después.
Dentro de la poética costumbrista se desarrolla una rama novedosa, denominada por algunos autotes como lírica excremental.
ResponderEliminarUno de sus mayores logros fue redactado en el baño masculino de una preclara institución, a la que por respeto no daré cabida en esta breve alocución literaria.
Cabe destacar en ella la azaña metafórica, donde el excremento, lejos de relacionarse con su origen orgánico y oloroso, se eleva de forma poética alcanzando ser objeto del amor. Hazaña digna de dioses.
En tu puerta me cagué,
creyendo qu me querías,
ahora que ya no me quieres,
¡dame la mierda!
¡que es mía!
JJJJajjaajajja Carlos Herrera te daría un puesto en su tertulia...
ResponderEliminarBuenísimo, vaya situación más desagradable en todos los sentidos (o para todos los sentidos, jajajaj)
ResponderEliminarTengo por costumbre no usar aseos públicos. Lo cual es complicado. Cuando no tenga más remedio....... no quiero ni pensarlo ;)