jueves, 18 de febrero de 2016

LAS LAGRIMAS DEL CABALLO.

Para  muchos  educar es embridar el caballo blanco de la niñez . 

Todos los  caballos desde  que nacen , y de un modo instintivo, intentan desembarazarse de lo que les pongan encima. 

Algunas personas les sucede  lo mismo. Para  muchos profesores, y padres, educar es domesticar.

Del  mismo modo que los caballos se doman para las carreras,  como tiro del arado en tareas agrícolas, como instrumento clave en el trabajo ganadero, y en el transporte de personas o cargas, hay quien educa  para adiestrar en la  existencia: el negoci , o la carrera  de  la  vida que, para muchos, se parece  a la de caballos.

Los dos  procesos se  parecen : se inicia enlazando un potro no domado, al que se lo sujeta a un poste de madera clavado en el suelo ,  se le cubren sus ojos con una prenda. Se le suele colocar también riendas, brida (con bocado o freno en su boca), estribos y montura. En el siguiente paso, el domador monta al animal (portando botas provistas de espuelas) y sus acompañantes al mismo tiempo le quitan al animal la prenda que ocultaba a sus ojos y lo liberan. 

El domador al unísono comienza a azotar con su rebenque las ancas del equino, el cual responde con fuertes sacudidas, corcoveos, saltos, y patas, pero a los 10 o 20 segundos el cansancio lo vence y comienza a dejar de saltar, para pasar seguidamente a obedecer —al comienzo de mala gana— las órdenes de quien lo monta. 

El resto ya  lo intuís..

El éxito en la vida es un caballo blanco cuyo designio nadie puede adivinar. 

Cada un@  somos ese corcel  sin montura ni bocado que , después de recorrer  el parvulario,la escuela, el colegio...después de  ponerte  las riendas, embridarte, colocarte el bocado y el freno , y taparte  los ojos, has dado todas las coces  que has podido, has brincado y, al final, vas al paso que la vida  te ha marcado.

Probablemente  estés donde han querido , trabajas más o menos donde diseñaron tu futuro y, ¡ no te asustes!, te has casado con la yegua  de la misma hípica.

Los que saben de caballos de carreras dicen que lloran  en la meta. No se sabe si por el esfuerzo de haber ganado, o  por el de la derrota. 

A ti y  a  mi también nos puede suceder: llorar porque sólo eres  un caballo de carreras  que mientras galopas enloquecido   y sientes  los latigazos y las  espuelas del  jockey  atizando sin
piedad  tus ancas , recuerdas que naciste Purasangre ,libre, con las crines como única brida. 

Y esas lágrimas  las buscas detrás del espejo de la memoria en aquella casa donde naciste, en esas calles de tu niñez ,  en ese parque donde ibas   con tus padres y hermanos a alquilar bicicletas , antes de ir al colegio, antes de que te embridaran con un Dios  que ni era Dios ni era nada, antes de  sentir las puntas estrelladas de los miedos en tu carne, antes del sexo, cuando eras buen@  y  guap@ .

¡Ojalá un día tires al jinete de mierda al suelo, saltes la valla del hipódromo, y galopes hacia el sol como   Bucéfalo!: nunca será  demasiado tarde..

Y no te preguntes por qué lloran los caballos.


-----------------------
AQUÍ, EN LO SECRETO: AVENTAR EL TRIGO.

2 comentarios:

  1. Precisamente ayer leí un relato de Tolstoi (La muerte de Iván Illich) que habla de lo mismo. Llorar al llegar a la meta por sentir que tu vida no ha tenido sentido (has vivido entre mentiras haciendo lo que demás esperan de ti). Y la vida no ha tenido sentido también por la falta de compasión entre las personas: cada uno a su bola y cuando te mueres el vivo al bollo, etc.
    Muy bueno. Lo de vivir entre mentiras y la indiferencia me recordaba mucho al Betis.

    ResponderEliminar
  2. Ivan Illich a m me dejo muy tocado
    Genial

    ResponderEliminar