jueves, 11 de febrero de 2016

HERRADOS A FUEGO.

A la salida  de un funeral  que asistí por obligación , hacía una tarde  magnífica, la conversación con un grupo de asistentes de regreso a los coches  derivó hacia el tema de la predestinación. Es lo que tienen los entierros.

Un señor , de profundas convicciones católicas, sostenía que  tenía el sentimiento de que Dios había intervenido de forma decisiva en su vida. Y contó varias experiencias , alguna un poco traída por los pelos. Es de esas  personas que  en su fe todavía lleva  el traje de primera comunión. Le va algo estrecho.

Yo argumenté ,más  que nada  por llevar la contraria, pues no tengo muy claro nada de esto,   que  si hay un Supremo Hacedor que influye en nuestra biografía, me cuesta trabajo entender por qué existe el mal en el mundo. ¿Interviene Dios también en nuestras desgracias?

La pregunta me la formulo siempre que leo sobre un accidente,o una catástrofe donde fallecen miles de personas de un lengüetazo del Oso  Hormniguero del Mal.

¿Estaban esas personas predestinadas a morir en el siniestro? ¿Consintió Dios en la muerte de esos inocentes? ¿Se deriva algún bien moral de la catástrofe?

No tengo, por supuesto, respuesta a ninguna de estas preguntas, pero creo que es imposible conciliar la defensa del libre albedrío  con la idea de la predestinación divina.

Si Dios interviene en nuestras vidas, lo hace con todas las consecuencias y es, por tanto, responsable de lo que nos sucede. Y si no interviene, no podemos achacarle nada de lo que pasa.

Esta segunda hipótesis nos llevaría al escepticismo sobre la existencia de Dios o a una concepción deísta por la que el Ser Supremo se ha limitado a crear las leyes que rigen el Universo pero no interviene en los asuntos cotidianos de los hombres.

La hipótesis de este alejamiento o silencio de Dios me parece absurda porque si elSupremo Hacedor es infinitamente bueno no puede permanecer ajeno al sufrimiento de las personas y menos a los terribles genocidios que hemos conocido.

El argumento más sólido para desconfiar de la existencia de ese Gran Relojero es la proliferación de ese mal que produce infiernos como Siria, donde siguen muriendo a diario cientos de personas bajo la pasividad de Occidente.

No creo que esos desgraciados estén predestinados a padecer una vida en condiciones insoportables, como tampoco creo que Dios elija a unos seres humanos para hacer el bien y sea tan cruel con otros. Conclusión :  muchas de las cosas que nos suceden se producen por puro azar y que, por tanto, son imprevisibles.

Lo escribió Mallarmé, una tirada de dados nunca abolirá el azar. Nuestra vida es, pues, pura incertidumbre. Y el destino, una manera de nombrar lo que no conocemos.

Sin embargo, intuyo que hay una Cordialidad en Dios ,y que está muy lejos de nuestras ideologías, de las creencias que nos han grabado a fuego en el herraje de  nuestra infancia , allá dentro , en el costillar.

A mi también  me han sucedido experiencias  incomprensibles , y no me cabe la menor duda de que  estamos, todos,en buenas manos.

5 comentarios:

  1. En eso confío ... en que estemos en buenas manos.

    Un abrazo, caminante.

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  2. Respuestas
    1. Creo que una comidilla ... o una copillas contigo me vendría bien. Si te acercas al terruño avisa ....

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  3. Tengo la prueba definitiva de la existencia de Dios.
    Pero no la suelo mostrar en público.
    Si la quieres ver, deberás fiarte de mí y venir a Madrid.
    ...
    Luego no digas que no tuviste la oportunidad, chavalín.

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  4. Si no fuéramos libres, no habitaría el miedo en nuestra alma. Así, tan acojonante y acongojante. Tampoco ese amor que es capaz de sujetarnos cuando todo es negro.

    Yo creo en mi libertad, nada me predestina a nada, sólo mis pasos. Y creo en el amor de un Padre al que le gusto libre. Con todas sus consecuencias-

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