He leído "El cura y los mandarines", de Gregorio Morán. Una crónica amena, vitriólica, intensa y extensa, de la cultura de la España de 1962 hasta 1996.
Más que recomendable. Al final resulta que todo cambia para volver a lo mismo. El Gatopardo,ya se sabe.
Morán sitúa al futuro duque de Alba en la yema de un retablo en el que pululan relumbrones como Benet, Pradera, Gil de Biedma, Castellet o Cela, santones a los que apea de la peana a fuerza de datos contundentes y anécdotas hilarantes como ésta: "Cuando llegó a La Moncloa, Felipe González se puso a comprar intelectuales, los compró prácticamente a todos con iniciativas tan chuscas como una exposición de abanicos en la que pagó 50.000 del ala por cada texto de tres líneas que acompañaba a cada abanico".
Cuenta Morán que cuando Cela se lió con Marina Castaño la pareja quería construirse una casa de unos cuantos millones, así que el escritor le propuso a su agente, Carmen Balcells, que buscara el patrocinio de Jesús Gil, a quien por 100 millones de pesetas le escribiría un libro titulado Marbella Paraíso. A Gil le pareció una sobreinversión y dijo que no.
También revela la mercadotecnia que llevó al gallego a Estocolmo: "Fundó con un grupo de judíos la Asociación Hispano-Israelí cuando España no tenía relaciones diplomáticas con Israel, recorrió los centros judíos del mundo y se cosmetizó en figura internacional. Sin sionismo no habría habido Nobel. Un genio".
Son las mentiras de una generación que trepó la cucaña del franquismo y
El libro es un caiga quien caiga,un tumbador de imposturas , derribando absurdas estatuas.
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CUANTAS COSAS HAY QUE NO NECESITO
Voy por la página 329 ... Morán no se casa con nadie. A ver si le doy un empujón.
ResponderEliminarEncontré apasionante el libro...¡miseria y compañía!
ResponderEliminarEsas anédcotas dejan a Cela como un oportunista y un „ruiz“ (como diría Rajoy), que no sólo vende su arte –y era mucho– por dinero, sino que encima lo tasa (lo cual es aún a peor). Jesús Gil queda como un tío muy listo, que sabe lo que valen las cosas y no está dispuesto a pagar más, y sobre todo que controla su vanidad y no se deja pescar a base de adulaciones. Y Felipe González queda como un astuto, que sabe que a los intelectuales que no se dejan atrapar por su vanidad, se los compra con dinero, y que lo primero que hace al llegar a la Moncloa es hacerse con los favores de los intelectuales de primera fila. A diferencia de su vástago Zapaterete, que se buscó los favores de „intelectuales“ de tercera fila que ya estaban trasnochados (en plan Miguel Bosé) y demás progresía acartonada. Y también a diferencia de Rajoy, el espantapájaros, que a base de tesón, porfía y esfuerzo ha logrado ganarse la aversión de los intelectuales de todos los colores y de todas las filas. Del libro de Morán me parece genial la portada.
ResponderEliminarEstoy leyendo un libro de Jean Clair: La responsbilidad del artista. Cómo los movimientos políticos se intentan apropiar de los movimientos artísticos: el existencialismo en Alemania, el futurismo en Italia, el realismo social en la URSS... Parece que el más chaquetero de todos era Le Corbusier. Y los líderes políticos los usaban y desechaban a su conveniencia.
ResponderEliminarAhora escucho en la radio que habrá homenajes del FC Barcelona a Cruyff. Nadie se acuerda que en el año 2010 devolvió la insignia que le acreditaba como presidente de honor de la entidad porque era cuestionado por la directiva del club. Ahora que está muerto: todo parabienes y homenajes, póstumos. Igual que los ayuntamientos, que se dedican a retirar y dar la medalla de oro (unos entran y otros salen) a todo tipo de gentuza ad libidum. El de Barcelona es especialista en esto, y con los de Podemos que no se cortan un pelo la lisa tiene una tonelada de típex.