Busca el silencio y aprovecha ese músculo de la imaginación para inventar otra vida . Las vidas que quieras .
El ingenio , la creatividad , están libre de impuestos. Imagina por el placer de darle a la bola , por el lujo de poner en movimiento lo que pudiste ser y no eres. Por hacer honor a tu condición de hombre libre , que sueña.
Dale al magín porque si tú no lo haces siempre habrá quién lo haga por ti.
Imagina , a ser posible bien, y cosas buenas, ya sabes que hay que tener cuidado con lo que se piensa uno, y lo acaricia durante mucho tiempo , porque es fácil que la vida , de una forma u otra, te lo ponga al alcance de la mano.
Juega a inventar "entes de razón". Un Centauro es un ente de razón: un ser con torso de hombre, cuerpo de caballo, y unos cojones de tigre.
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EN LO SECRETO: VIVIR
Una historia.
ResponderEliminarHubo una vez un hombre que se levantó un buen día y descubrió que en realidad era un caballo.
Como en el piso donde vivía no había hierba, se bajo a la calle y buscó un campo.
Como en la ciudad donde vivía no había campo, pues se tuvo que dar un paseo muy largo, muy largo, hasta que encontró una pradera.
La pradera estaba atravesada por un río, así que encontró agua para beber y hierba para comer.
El hombre que en realidad era un caballo se dió cuenta que había nacido para correr, pues si no se movía podía volverse un caballo gordo y torpe.
Así que empezó a galopar.
Al principio despacio, al paso, pues no conocía todavía muy bien su nueva esencia cuadrúpeda.
Una vez hubo controlado el arte de avanzar al paso, se dio cuenta que el cuerpo y la mente le pedían más, mucho más.
Y se aventuró a trotar.
Descubrió que cuando trotaba, siempre tenía una pata apoyada sobre el terreno.
Así que la mente y el cuerpo le pidieron algo más. Entonces descubrió el galope.
Esa era otra forma de avanzar, muy distinta a las anteriores, pues había momentos donde todo su cuerpo estaba en el aire, y ninguna pata se apoyaba en el terreno.
Una nueva sensación bastante interesante.
...
El hombre que en realidad era un caballo llegó galopando a una playa.
Vio una yegua que corría con sus crías.
Y se unió al grupo, sin decir nada, simplemente les acompañó toda una tarde.
...
Al llegar la noche el grupo entró en un pinar y se echaron a descansar.
Miraron juntos las estrellas en silencio.
Porque el caballo, la yegua y las crías, eran en realidad hijos de un Dios que los había creado libres; aunque no siempre era fácil distinguir si eran humanos o caballos libres y salvajes.
Pero llegados al punto de la noche donde la Luna brillaba intensamente, ser hombre o caballo, era lo de menos.
Lo único importante era pensar que el Creador les concedió la vida para que fueran libres y galoparan.
Y esa fue la historia.
Hoy la mayoría de gente es como el Quijote y le da al magín de su imaginación: si no me gusta lo que veo es que el mago Merlín lo ha encantado y echa millas.
ResponderEliminarPienso que la realidad es maravillosa y además buena para la salud tanto mental como corporal. La imaginación para resolver problemas: el pensamiento lateral.
Elias Canetti: “A medida que crece, el saber cambia de forma. No hay uniformidad en el verdadero saber. Todos los auténticos saltos se realizan lateralmente, como los saltos del caballo en el ajedrez. Lo que se desarrolla en línea recta y es perceptible resulta irrelevante. Lo decisivo es el saber torcido, y sobre todo, lateral.”
Llevo un rato dándole vueltas al concepto ese de "darle al magín" ;) ;) ;)
ResponderEliminarY aunque no tenga relación con tu post, ayer comencé la entrevista al Papa Francisco sobre la misericordia ... en el prólogo ya hay material: "Dios perdona no con un Decreto, sino con una caricia".
Abrazo¡¡¡¡